Ya, a la Chingada
No se trata de incurrir en la vulgaridad del chiste fácil, ni mucho menos en el lugar común que seguramente en muchos espacios caeremos.
Es simplemente acompañar la decisión de quien hoy deja de ser presidente de la República, el más importante líder social que haya alcanzado el mayor cargo burocrático en la estructura de nuestra forma de gobierno.
Andrés Manuel López Obrador no será el mejor presidente de la historia, tampoco el peor, por supuesto, pero sí es el mandatario que ha enfrentado a la peor oposición de la historia moderna de México.
Una oposición que se despedazó a sí misma, con la inconsciencia de su corrupción voraz; de su estupidez intelectual; de su incapacidad política.
Nada le facilitó más a López Obrador llegar al poder y desde ahí reconfigurar el contexto político, social y económico del país en torno a su propia figura.
Hizo de la lambisconería la carta de recomendación con la que configuró su estructura gubernamental y política.
Hizo de la impunidad el salvoconducto con el que “amarró” sus acuerdos políticos, gracias a la majadera corrupción de quienes fueron sus opositores y fueron cayendo como moscas ante el peso de su autoridad moral.
Con la satisfacción del deber (electoral) cumplido, López Obrador entregará el poder a su “Delfina”, por quien siempre demostró un favoritismo que incurrió, incluso, en la ilegalidad, sin que nada ocurriera, sin que nadie tosiera con mediana energía.
Se va Andrés Manuel y deja innumerables pendientes como gobernante: salud, educación, seguridad, economía.
Se va Andrés Manuel y deja tras de sí una estela de muerte y destrucción, en Sinaloa, en Colima, en Guerrero, en Michoacán…
Se va Andrés Manuel y deja un mal sabor de boca en Hidalgo, estado al que mucho visitó pero poco atendió, sobre todo en la región de Tula, cuyas tragedias fueron directamente causadas por las decisiones de su gobierno.
Se va Andrés Manuel y rompe el mito neoliberal y mezquino de que si el Salario Mínimo subía la inflación acabaría con los bolsillos de los más pobres.
Se va Andrés Manuel y exhibió la grotesca corrupción de sus opositores: del PRI, que quienes no se alienaron están defenestrados y quienes se alinearon estarán en el basurero de la historia, como los Yunes, Fayad, Osorio, Del Mazo, y un largo etcétera.
Se va Andrés Manuel y deja tras de sí los cadáveres del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática, con varias cabezas sembradas en el terreno.
Se va Andrés Manuel López Obrador a su rancho, o finca, cuyo nombre es el destino que le depara la historia.
**Las expresiones contenidas en estas líneas, son opinión de ellas, y por lo tanto, no representan la postura editorial de CentralMX.
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