Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

Otra vez, septiembre y Tula

La madrugada del 7 de septiembre de 2021, el río Tula salió de su cauce debido a las fuertes lluvias que se registraron días antes en la zona de la capital Tolteca y en regiones cercanas.

Pero también por las aguas negras que llegaron desde la capital del país y del estado de México.

La Coordinación Nacional de Protección Civil emitió la Declaratoria de Emergencia en los municipios de Tlaxcoapan, Tula de Allende, Ixmiquilpan, Tezontepec de Aldama, Chilcuautla, Tasquillo, Tlahuelilpan, Tepeji del Río de Ocampo y Mixquiahuala de Juárez.

De acuerdo con reportes periodísticos y de las autoridades, el saldo fue de 15 fallecimientos, al menos 31 mil viviendas resultaron afectadas, 3 mil 600 hectáreas de cultivo y hubo más de 70 mil personas damnificadas.

El ocho de septiembre, un día después, el Gobierno de Hidalgo, que encabezaba entonces Omar Fayad, pidió el desalojo en las zonas aledañas al río Tula, tras el desbordamiento de ríos y presas en la región.

El ingeniero civil y doctor en antropología, Dean Chaim, documentó en un artículo publicado por The Washington Post, que la tragedia no fue un “fenómeno natural”, como señalaron las autoridades, “ni un hecho aislado: fue un efecto predecible derivado de un manejo político del drenaje en el Valle de México, donde se ubica la Ciudad de México y su zona conurbada”.

Chaim, doctorado por la Universidad de Stanford, señaló que el manejo político de las aguas inmundas siempre ha privilegiado las zonas céntricas y de mayor plusvalía, como la Ciudad de México, mientras se han sacrificado las zonas periféricas y marginadas, como Tula y el valle del Mezquital.

Lo que ocasionó que el río Tula se desbordara, sostuvo el científico, fue el torrente adicional, de al menos 220 metros cúbicos, de aguas negras y pluviales provenientes del Valle de México que la Comisión Nacional del Agua y el Sistema de Aguas de Ciudad de México, mandaron al Valle de Mezquital.

Nadie en el gobierno de Hidalgo reaccionó ni mucho menos reclamó la decisión, tomada en conjunto por los gobiernos de la Ciudad de México, entonces encabezado por la hoy presidenta electa, Claudia Sheinbaum y del estado de México, que gobernaba el hoy tránsfuga del priismo corrupto, Alfredo del Mazo.

Tres años después, la reacción fue más rápida, quizá la voz de la experiencia marcó el protocolo para actuar con antelación.

El gobernador de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar, dio a conocer que se mantiene comunicación directa con cada uno de los municipios a fin de monitorear sus cauces y, en caso de ser necesario, habilitar albergues para salvaguardar a la población.

Es evidente que la comunicación es también con las autoridades federales y del estado de México y la capital del país, pues son directamente corresponsables también.

Ya sea por una más eficaz, más veloz o más confiable coordinación, o por un carácter más firme de quien deba tenerlo en estas circunstancias, es deseable que nunca más Hidalgo sea el desagüe de las aguas puercas de zonas de altísima plusvalía de nuestros vecinos.

Nunca más el desagüe de nadie.


**Las expresiones contenidas en estas líneas, son opinión de ellas, y por lo tanto, no representan la postura editorial de CentralMX.

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