Las mujeres y las niñas enfrentan cargas económicas desproporcionadas debido a los diferentes tipos de marginación.
Un informe producido por diversas agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló los estrechos vínculos entre género, clima y seguridad, y muestra que las mujeres en la primera línea de la acción climática están desempeñando un papel vital en la prevención de conflictos y en la construcción de la paz sostenible e inclusiva.
A medida que los países intentan recuperarse de los devastadores impactos sociales y económicos de la pandemia de COVID-19, la desigualdad de género se ha manifestado en la crisis, así como en las perspectivas de resiliencia y recuperación.
El informe, Género, clima y seguridad: mantener una paz inclusiva en la primera línea del cambio climático, fue elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Departamento de Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz de las Naciones Unidas (DAPCP).
Las comunidades afectadas por los conflictos y los efectos de un clima cambiante enfrentan una doble crisis, señala el estudio.
El informe detalla que la pandemia agravó aún más los impactos del cambio climático en la seguridad alimentaria, los medios de vida, la cohesión social y la seguridad. “Esto puede socavar los avances en favor del desarrollo, intensificar la violencia y también obstaculizar los procesos de paz frágiles”, precisaron las agencias.
Las mujeres y las niñas enfrentan cargas económicas desproporcionadas debido a los diferentes tipos de marginación, las expectativas de género pueden llevar a hombres y mujeres a recurrir a la violencia cuando los medios de vida tradicionales fallan, y los cambios socioeconómicos de envergadura pueden resultar en alteraciones de los patrones de migración.
Dentro del estudio, la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, señala que el acceso desigual a la tenencia de la tierra, los recursos financieros y el poder de decisión puede crear estrés económico en hogares enteros en tiempos de crisis, y puede “dejar a las mujeres desproporcionadamente expuestas a riesgos de seguridad relacionados con el clima”, dijo.
“La crisis climática va mucho más allá del clima, y abordarla de manera efectiva requiere respuestas que consideren los vínculos entre género, clima y seguridad. Debemos asegurarnos de que nadie se quede atrás”, añadió Andersen.
La investigación que respalda el informe muestra que, en países africanos como República del Chad, la violencia de género y la desigualdad estructural limitan la capacidad de las comunidades para adaptarse a la crisis climática.
En Sudán, la creciente escasez de tierra fértil causada por las sequías prolongadas y la fluctuación de las precipitaciones está marcada por el aumento del conflicto local entre los agricultores y los grupos nómadas.
Muchas personas, en su mayoría hombres, han emigrado de las aldeas locales en busca de medios de vida alternativos en grandes sistemas agrícolas o en minas cercanas, dejando a las mujeres mayores cargas económicas.
El informe también destaca los riesgos de seguridad relacionados con el clima para las mujeres en las zonas urbanas, especialmente en los asentamientos informales.
El informe revela la necesidad urgente de una acción con perspectiva de género para abordar estas crisis.
Las intervenciones en torno a los recursos naturales, el medio ambiente y el cambio climático, por ejemplo, brindan oportunidades significativas para el liderazgo político y económico de las mujeres y fortalecen sus contribuciones a la paz.
Los programas sostenibles de recursos naturales también ofrecen oportunidades para mitigar la violencia sexual y de género en los conflictos.
Reconocer que la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo son interdependientes es vital para forjar un futuro mejor, argumentan los autores del informe.
“La desigualdad de género, la vulnerabilidad climática y la fragilidad de los Estados están fuertemente interrelacionadas. Sabemos, por ejemplo, que los países con mejor desempeño en una de estas áreas tienden a obtener puntuaciones más altas en las otras dos”, dijo el administrador del PNUD, Achim Steiner.
Las iniciativas de ayudas focalizadas que empoderan a las mujeres y promueven la igualdad de género siguen siendo escasas.
Los ejemplos concretos que se muestran en este informe pueden ayudar a estimular más investigaciones e inspirar más oportunidades para reforzar los roles de las mujeres en la construcción de la paz, lo cual es fundamental para ayudarnos a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, agregó Steiner.
“Fortalecer el papel de las mujeres en la gestión de los recursos naturales también les brinda la oportunidad de actuar como constructoras de paz y manejar conflictos de manera no violenta”, dijo Oscar Fernández-Taranco, subsecretario general de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz.
Las consideraciones de género también deben reflejarse plenamente en las políticas y programas emergentes sobre los riesgos de seguridad relacionados con el clima, no sólo para fortalecer la conciencia y la comprensión de vulnerabilidades particulares, sino también para resaltar las oportunidades de liderazgo e inclusión de mujeres y grupos marginados en los procesos de toma de decisiones.
Se requieren más inversiones para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los Estados frágiles, incluyendo las implicaciones para la movilidad humana y especialmente en los sectores relacionados con los recursos naturales, donde son particularmente bajas.
“Reconstruir mejor, con perspectiva de género, significa garantizar que nuestras economías pos-COVID-19 aborden las desigualdades fundamentales en la sociedad y pongan fin a la violencia contra las mujeres”, dijo la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka.
“Las mujeres son una fuerza poderosa para reconstruir las sociedades de manera más segura, esto incluye desde proporcionar alimentos y refugio, hasta generar ingresos vitales y liderar un cambio sostenible”, añadió Mlambo-Ngcuka.