“Estafa siniestra”, lenguaje farragoso y engorroso de Bardales y Nieto
Alrededor de un año le tomará al gobierno de Hidalgo solventar los 4 mil 700 millones de pesos en observaciones que heredaron “de anteriores administraciones” ante la Auditoría Superior de la Federación (ASF), dijo, el fin de semana reciente, Álvaro Bardales Ramírez, titular de la Secretaría de Contraloría de Hidalgo.
Afirmó también que, durante el proceso, se fincarán sanciones “que nunca se quisieron aplicar”, otra vez, la máxima aquella de “nada había antes que yo”, sin sustentar más que con palabras.
Señaló que la dependencia a su cargo ya trabaja en las acciones para atender la batería de observaciones de la ASF por 4.7 mil millones de pesos.
Por su parte, el Jefe del Despacho de la Procuraduría hidalguense, Santiago Nieto, ha informado en repetidas ocasiones que la red de desvío de recursos, denominada Estafa Siniestra, suma varias carpetas de investigación y algunas más que están en proceso de integración.
Nieto Castillo comentó, apenas el 14 de marzo, que ya se encuentran “en un segundo nivel de investigaciones” en cuanto a la Estafa Siniestra, es decir, que “ya pasamos de las presidencias municipales a las autoridades del gobierno del estado en el sexenio anterior”.
Así, con un lenguaje farragoso y engorroso, ambos funcionarios le han dado vueltas al caso para no decir, con claridad, si efectivamente sus investigaciones conducen a quienes dieron la autorización para disponer de esos recursos extraordinarios.
Los alcaldes que pidieron esa autorización están ya en litigio penal, pero de quienes completaron el proceso, quienes cerraron la pinza, quienes en verdad sabían para qué iban a utilizarse esos recursos públicos, parece que tienen mucha suerte, porque no han podido dar con ellos.
Claro, debe ser muy complicado averiguar quién tenía poder para dispensar ese dinero, porque ni la exsecretaria de Finanzas ni el excontralor tienen por qué ser increpados.
No es que el lenguaje sea determinante en cualquier proceso jurídico, pero un mensaje más claro y contundente daría confianza a la ciudadanía que, sin duda, está muy interesada en conocer la resolución de este escandaloso conflicto.
No son tres pesos.
Palabra es acción
Vaya vergüenza que pasaron el diputado Gerardo Fernández Noroña y el columnista Enrique Galván Ochoa al confundir al ministro de la Corte, Javier Laynez, con un sujeto que dice que canta pero que sin duda se desnuda en sus “actuaciones”.
Y lo hicieron con sevicia, con miseria, con intención de descalificar y desacreditar al ministro en su persona y reputación.
Qué miseria, sin duda, la de quienes compartieron este bulo.
Ojalá Jenaro Villamil y su Infodemia y Liz García Vilchis y sus Mentiras semanales aclaren la falsedad.