Por La visita de Claudia Sheinbaum
Por: Fernando Hidalgo Vergara
La intromisión del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en el proceso electoral que está en marcha es más que evidente y está probado ad náuseam.
La más reciente ocasión, en la mañanera de ayer, López Obrador llamó, abierta y descaradamente, a votar por su “proyecto de nación”.
Tan evidente como eso es que no pasará absolutamente nada, porque es el presidente de México.
Este jueves, Claudia Sheinbaum, candidata presidencial del proyecto de nación del mandatario federal, visitará Hidalgo, para reunirse con el gobernador Julio Menchaca.
Pese a que será en horario inhábil y en calidad de visita cordial y no de campaña, no deja de saltar a la vista que la candidata del partido en el poder tiene licencia para jugar con la laxitud de la reglamentación electoral.
El gobernador no descartó reunirse también con Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza Corazón y Amor por México (así se llama), pues recordó que fueron compañeros en el Senado de la República.
“Si me busca con mucho gusto, fue mi compañera Senadora, creo hasta donde lo siento que hay una buena relación, no tendría porque no haberla. No sé si ella quisiera verme a mí”, señaló el mandatario estatal ante los medios de comunicación.
Gálvez Ruiz debiera gestionar que se concrete esa reunión, no solo por la conveniencia, cívica y legal, de mantener una relación sensata y cordial con el gobernador de su estado natal, sino para demostrar que la laxitud de la reglamentación electoral puede ser un punto positivo en la discusión política de cara a la elección más importante de la historia reciente.
El hecho de que un gobernador se conduzca con la corrección que ordena la ley y no como un jefe partidista, como hace el presidente López Obrador y algunos de sus más cerrados y radicales seguidores, es muestra de que la ley sí es la ley y que el problema no es su imperfección, sino el nivel de respeto que por ella muestren los actores políticos en el país.
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