Profesionalizar el cuidado del Medio Ambiente
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
La legislación ambiental de México tiene como eje rector la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), promulgada en el año 1988, hace apenas 35 años, cuya inspección y fiscalización recae en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
De acuerdo con la información que brinda en la materia el gobierno federal, dicho precepto legal tiene competencia en el territorio mexicano y las zonas sobre las que la nación ejerce su soberanía y jurisdicción.
Las disposiciones de la LEEGPA son de orden público e interés social y tienen por objeto propiciar el desarrollo sostenible y establecer las bases para “garantizar el derecho de toda persona a vivir en un medio ambiente sano para su desarrollo, salud y bienestar”.
El director general de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la Universidad Nacional Autónoma de México, César Augusto Domínguez Pérez-Tejada, consideró, en el trabajo académico de la máxima casa de estudios de nuestro país denominado “Enseñanza, clave para disminuir el impacto al planeta”, que la educación ambiental, es decir, lo que tiene que ver con la concientización relacionada con nuestro papel en la Tierra y sus consecuencias, se encuentra restringida a sectores con cierto nivel de aprendizaje, por lo que un porcentaje importante de la población aún considera lejana esta preocupación.
Es decir, hay quienes aún lo ven como algo sin importancia o como simple pretexto para tomarse una fotografía.
En el repositorio académico mencionado, se establece que la enseñanza ambiental ha evolucionado considerablemente, a pesar de que no es un concepto viejo, evoca una parte del problema, el ambiente, y se olvida de las otras que son relevantes: la sostenibilidad que necesitamos encontrar (el equilibrio entre) la ambiental, social y económica.
Para el experto, “debe existir una colaboración intersectorial entre los diferentes ámbitos y tener una idea general consensuada de lo que deberían contener los programas” en la materia.
La construcción de una Agenda Verde profesional requiere, de acuerdo con los expertos, implementar acciones para la conservación y aprovechamiento sustentable de los ecosistemas terrestres y su biodiversidad.
Además, promover y ejecutar prácticas que contribuyan a disminuir el impacto ambiental, como ahorrar y eficientar la energía eléctrica, ahorro y uso eficiente del agua, residuos sólidos urbanos, cambio climático y compromiso ambiental, así como las denominadas “compras verdes” y consumo responsable, además de calidad del aire y movilidad.
Una “Agenda Verde” que consista en empujar carretillas con tierra, “arreglar” ramas de árboles, con la siempre oportuna presencia de una cámara fotográfica y celulares que graban en video toda la exhaustiva jornada, está destinada al fracaso por su precariedad científica y académica.
Claro, siempre y cuando el fin último sea el cuidado y protección del medio ambiente.
Si los fines son electorales, pues sí, el porcentaje de éxito es un poco, solo un poco mayor.