Suponiendo…sin conceder.

Suponiendo…sin conceder.

«No gobierno una isla en el Pacífico», decía Omar Fayad.

Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara

La normalización en la política del conflicto beligerante entre representantes de distintas fuerzas electorales, llevó a las y los actores políticos y también a periodistas, a esperar siempre una reacción agresiva, rebelde y aun irascible, de parte de algún gobernador hacia el presidente de la República.

Parecía inconcebible que, en el ejercicio de sus funciones y responsabilidades, un mandatario estatal no militante de Morena pudiera llegar a tener algún acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Cuando Omar Fayad lo hizo, siendo gobernador del estado, sus -entonces- correligionarios priistas le reprocharon, infinidad de ocasiones, el que “se pusiera de tapete”, por el hecho de no politizar su función ejecutiva, administrativa, del curso público del estado de Hidalgo.

Fayad Meneses se defendía con una metáfora que dibujaba una hipótesis incontrovertible, para quien se dedica a la administración pública: no gobierno una isla en el (océano) Pacífico, gobierno un estado unido al pacto federal en la República Mexicana.

Pero a la luz de los escarceos políticos eso era un acto de sumisión.

Entregó el estado”, esputan quienes le pedían, como a otros gobernadores en funciones, violar la ley para no dejar “la plaza” en manos de alguien ajeno al partido entonces gobernante.

Hoy, la razón le asiste a Fayad Meneses, al menos para consolidar su futuro y su proyecto político.

El exgobernador tiene las puertas abiertas en la llamada cuarta transformación, gracias a que el presidente López Obrador le reconoce haberlo respetado y haber trabajado como lo que era, un administrador gubernamental y no un jefe de partido político.

Hoy, el gobernador Julio Menchaca reconoce que Fayad Meneses está “en el buen ánimo” del presidente López Obrador, por lo tanto, su adhesión a su causa es incuestionable.

Claro, en el terreno político, en el plano ideológico, esa buena relación facilita el “chapulineo” sin espinas, sin contratiempos y sin reclamos, de quienes tendrán que recibirles, al exgobernador y a todos sus seguidores, con los brazos abiertos, por el “palomeo” presidencial.

Que, a pesar de los pesares, no es poca cosa.

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