El violento y procaz Ricardo Islas Salinas, otra vez.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
El regidor Ricardo Islas Salinas no sólo es un patán, en la más pura de sus acepciones, es un consumado abusador.
Cuando un hombre, que es el caso más común, sabe que tiene poder y no posee los mecanismos mentales, morales y espirituales para controlarlo, se convierte en un peligro para su entorno.
Islas Salinas agredió verbalmente a una mujer, otra vez.
Islas Salinas es un hombre venial, pero venal, violento, misógino, y como todos quienes caen en esas circunstancias, cobarde.
Agrede, verbalmente, con furia irascible, a mujeres, porque presume que no podrán defenderse, que él es más poderoso y por lo tanto puede, si quiere, levantarles la voz, preámbulo para levantarles la mano.
Su conducta, que atenta contra la dignidad e integridad física y moral de las mujeres, es constante, recurrente y permanente.
Ni siquiera el hecho de que, en la más reciente ocasión, el día de ayer, en que incurrió en esa conducta cuasi patológica, fue en contra de una mujer que es su par, su compañera no solo de Cabildo sino de partido, le detuvo para perder la razón.
Es, dentro de la misma ignorancia en que vive, una conducta que no puede evitar, pues es notorio que con ella creció y, en su precaria y limitada concepción de la vida, le es normal.
Pero no es normal, ni legal ni correcto, su tonto proceder.
Liliana Mera Curiel, síndica jurídica del Ayuntamiento pachuqueño, fue la nueva víctima de Islas Salinas.
Ya antes había agredido en repetidas ocasiones a una funcionaria de la Presidencia.
Y antes, fue acusado de abuso sexual en contra de otra mujer.
La orfandad intelectual de Islas Salinas es alarmante, es incapaz incluso de leer términos comunes y corrientes, mucho menos concatenar más de tres ideas coherentes en sus intervenciones en el Cabildo de la capital hidalguense.
La conducta consuetudinaria del regidor debe ser, ya, merecedora de una llamada de atención e incluso de alguna sanción, antes de que, como marca la Gradualidad de la violencia, su agresividad escale a niveles superiores, en virulencia y peligrosidad.
La agresividad de Islas Salinas la ha hecho patente en muchas ocasiones, baste recordar, también, su verraco intento de atacar periodistas y medios de comunicación por el hecho de informar, no solo de su oligofrenia profesional, sino de actos reprochables, rayanos en lo delincuencial.