Seis meses
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
Hace medio año arrancamos este proyecto periodístico, forjado alrededor de la amistad, de la lealtad.
La gratitud a quienes acompañan este esfuerzo, es absoluta.
Nos conocimos al defender una causa, con profesionalismo y con denuedo, mismos con que defendemos la que ahora, con emoción, emprendimos.
Mientras haya camino por andar, será un placer seguirle.
Ante la adversidad, no hubo sino apoyo y confianza.
Rotunda la diligencia con que el equipo que forjó responde:
Información con calidad, con profesionalismo, con emoción.
Adelante, con ejemplo, en un proyecto emprendido con amor.
Lento, pero seguro, sin prisa, pero sin pausa.
Un solidario grupo de personas expertas en su ramo.
Intenso, el proceso de consolidación.
Sabemos que falta camino, que falta aprender.
Allá vamos, sin dudar.
Palabra es acción
Este dos de octubre está más lejos que nunca la resolución del conflicto universitario que ha durado más de un mes y tiene paralizada a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Un conflicto cuyo origen fue la soberbia unipersonal de una funcionaria y que se extendió por la desidia y prepotencia de la máxima autoridad, un rector lejano a sus estudiantes, lejano a las causas de la juventud que da vida y esencia a esta y a cualquier universidad.
El gobernador del estado, Julio Menchaca, ofreció su mediación para resolver el diferendo; sin embargo, no ha habido voluntad ni organización de las partes en conflicto para que así ocurra.
En un nuevo pliego petitorio, el alumnado exige también el cambio de nombre de la Torre de Posgrado, ubicada en la Ciudad del Conocimiento, antes Ciudad Universitaria, en Pachuca.
Dicha Torre, lleva por nombre Gerardo Sosa Castelán.
Como ocurrió con el auditorio llamado, durante más de dos décadas, Jesús Murillo Karam, los tiempos actuales, los tiempos políticos, las circunstancias que hoy privan en la UAEH, permiten el desagravio como primera acción para rebautizar esos espacios indignamente usurpados por quienes han destacado en la política, en la mala política, en la mala administración.
Pero nunca en la academia, como tendría que ser para ostentar semejante honor.
Cámbienle el nombre, por amor de Dios.