Ya con esta me despido: adiós, 2025.
Se va un año que fue, por decir lo menos, aciago.
Un año que fue como tantos más, en el contexto y circunstancia personal de cada quién.
Un año de dolorosas pérdidas, para sí y para los seres amados.
Las personas de bien no deberían pasar por experiencias de tristeza y dolor, pero caray, dice Perogrullo que la vida es así.
Y así es.
Un año de perder afectos y amistades que no lo eran tanto y de confirmar las que siempre lo han sido.
De aquellos, no duele ni pasa nada: “Total: viví sin conocerte, puedo vivir sin ti”, dijo el inmortal santaclarino Ricardo García Perdomo.
De éstos, gratitud y aprecio siempre.
Se nos viene el segundo lustro de la tercera década del siglo XXI, y sí: lo mejor está por venir.
Felices fiestas, nos vemos en enero.


