Por Lengua larga, cola corta.
Las y los integrantes del “movimiento” dedican gran parte de sus esfuerzos políticos y propagandísticos en convencer “al pueblo” que no son iguales que los del oscuro y corrupto pasado.
Sus denodados esfuerzos se ven entorpecidos, cuando no totalmente desmentidos, por sus propias acciones.
Es el mismo caso exactamente con la oposición, cuyos miembros más notables, a veces, están exultantes de críticas férreas, acres y contundentes en contra de lo que consideran es una “dictadura”.
Pero en otras ocasiones, de su boca no sale una sola palabra, como en el caso de la votación para elegir, en ese proceso tan cerrado, tan competido en el que resultó ganadora Ernestina Godoy como buena fiscal general de la República.
Ahí, cuatro senadores del PAN votaron en favor y once se abstuvieron, de Movimiento Ciudadano votaron a favor seis senadores.
Pese al cuestionado nombramiento, al cínico y desaseado procedimiento en el que la hoy exconsejera jurídica de la presidencia de la República será ahora la titular de la autónoma Fiscalía General de la República.
La imposibilidad de muchos actores políticos de retobar una sola palabra ante este atropello es evidente, es la nueva Fiscal, no vaya a ser la de malas que reactive las investigaciones que están “paradas” por conveniencia política.
Porque en ese nivel, todos tienen cola larga que les pisen, por eso calladitos están más tranquilitos.
Con ese nivel de oposición, no importa cuán grande sea la turbiedad abierta, descarada, de personajes del oficialismo como Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Pedro Haces, los juniors del bienestar y un largo etcétera.
Están en las mismas condiciones, son coyotes de la misma loma y no hay forma de que puedan denunciar chicanada alguna del régimen.
Por eso el tamaño de su lengua es inversamente proporcional al de su cola.
Y la cola es muy larga.
