Suponiendo…sin conceder.

Suponiendo…sin conceder.

Por décadas, Hidalgo ha sido el patio trasero del progreso nacional. 

La región de Tula recibió la refinería, la termoeléctrica, las cementeras, las aguas negras del Valle de México y los tiraderos a cielo abierto que otros estados jamás hubiesen aceptado. 

Un corredor industrial que dio energía, combustibles y materiales a medio país, pero que dejó aquí la factura ambiental, sanitaria y social. 

Esa deuda histórica —que todos reconocen, pero que nadie había querido pagar— se volvió a poner sobre la mesa en la reciente conferencia encabezada por la secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena y el gobernador Julio Menchaca.

Y hay que decirlo con la claridad que el momento exige: por primera vez en muchos años, el Gobierno de Hidalgo está empujando con fuerza para que las promesas del Gobierno de México no se queden en discursos, ni en decretos olvidados como el de restauración ecológica de Tula, emitido hace años y que nunca pasó de ser tinta en el Diario Oficial. 

Ese decreto, que debió marcar un antes y un después, terminó convertido en un símbolo de lo que durante décadas fue la política ambiental federal hacia Hidalgo: reconocer el daño, pero no repararlo.

Por eso importa lo dicho en esta conferencia. Porque ahora, frente a compromisos firmados por la presidenta y ante la mirada nacional, Hidalgo está exigiendo que cada palabra se cumpla.

Alicia Bárcena vino a ofrecer buenas intenciones; vino a anunciar el primer parque de economía circular del país, diseñado justo donde antes se prometió —y después se abandonó— una refinería fantasma. 

Ahora, que se cumpla

La secretaria fue contundente: el proyecto busca cerrar tiraderos que hoy representan un riesgo sanitario, limpiar los ríos Tula y Salado, transformar la termoeléctrica para dejar atrás el combustóleo y garantizar que los desechos del estado se procesen con tecnología moderna, sin escurrimientos ni contaminación. 

Pero lo más relevante vino de la voz del gobernador Julio Menchaca: recordó que lo que se tardó décadas en dañar tomará años en recuperarse, pero la reconstrucción debe empezar ya. Ya. 

Y sí, el gobernador volvió a subrayar esa verdad incómoda que muchos prefieren olvidar: Hidalgo ha sostenido sobre sus hombros gran parte de la infraestructura industrial que alimentó al país, sin que el país asumiera la responsabilidad de reparar lo que rompió.

El gobernador también hizo una advertencia implícita: el manejo de basura en la región es insostenible, y seguir postergando soluciones sería un acto de negligencia política. 

El parque de economía circular no es un “proyecto bonito”, es una urgencia. Un freno a una bomba sanitaria que lleva años acumulándose.

Ante ello, el Gobierno de Hidalgo mantiene una postura que pocas administraciones se habían atrevido a sostener: vigilar, exigir y acompañar cada compromiso federal, desde los trenes de modernización ferroviaria hasta las inversiones ambientales, para que no termine como el decreto de restauración ecológica: archivado, retrasado, incumplido y usado solo como referencia histórica.

Ojalá que ahora sí

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