¿Vallas contra mujeres?
El pasado 15 de noviembre el Palacio Nacional en la capital del país fue blindado con vallas cuasi medievales: enormes y soldadas para que no hubiese posibilidad de que grupos violentos, que supuestamente arribarían a esa plaza pública, no pudieran causarle daños al edificio histórico, ni tampoco a la imagen del gobierno federal.
En Hidalgo, la versión de esa marcha fue francamente lánguida por su escasa convocatoria y la contaminación que implica la participación de figuras de partidos opositores, ante lo cual el gobierno estatal no consideró necesario aplicar ninguna medida de protección a los muros y vidrios del palacio de gobierno de la Plaza Juárez.
Ahora, en víspera del 25 de noviembre, se decidió “blindar” el edificio sede del poder ejecutivo estatal con unas vallas de similares dimensiones, enormes, también aseguradas con soldaduras para evitar, se infiere, que las marchas anticipadas por esa fecha causen daños al inmueble.
¿Otra vez?
Los datos son brutales y no admiten maquillaje. México cerró 2024 con 797 delitos de feminicidio registrados a nivel nacional, además de miles de homicidios dolosos de mujeres; en conjunto, las muertes violentas de mujeres entre 2015 y 2024 crecieron alrededor de 58% y hoy hablamos de un promedio de 10 mujeres asesinadas cada día.
Según la ENDIREH 2021, 7 de cada 10 mujeres de 15 años y más han vivido al menos un hecho de violencia a lo largo de su vida, ya sea emocional, económica, física, sexual o patrimonial.
En Hidalgo, los propios diagnósticos oficiales retoman esa misma proporción: siete de cada diez hidalguenses han sufrido violencia de algún tipo.
En ese contexto, los refugios para mujeres no son un “programa más”: son la última puerta antes del feminicidio. Ahí llegan mujeres que ya denunciaron y no fueron escuchadas, mujeres que huyen de agresores armados, vinculados muchas veces a fuerzas de seguridad, grupos criminales o estructuras de poder. La Red Nacional de Refugios ha documentado que la demanda de atención en estos espacios se ha disparado en los últimos años, con aumentos superiores al 10% anual y miles de mujeres, niñas y niños atendidos sólo en 2024.
Pero mientras crece la violencia, el dinero no llega… o llega tarde.
¿Y se decide blindar un edificio con vallas provocativas?
Caben muchas preguntas, entre ellas, ¿por qué ese blindaje que se justificaría ante una invasión violenta? Pero no ante una marcha de personas que protestan contra esa brutal violencia sin mayor poder que eso: protestar.
Las expertas en género siguen guardando un escandaloso silencio.


