Periodo de “reflexión” de Morena en Hidalgo ante la elección judicial
En Hidalgo, como en muchas otras entidades del país, la actividad política suele vibrar con intensidad cuando se trata de los grandes temas nacionales.
Sin embargo, la reciente revelación sobre la coacción de Morena y sus aliados frente a la elección de integrantes del Poder Judicial Federal ha encendido una señal de alarma.
Es, una muestra preocupante de cómo la democracia puede ser debilitada más por la pasividad que por la confrontación abierta.
La elección del Poder Judicial es una pieza clave del equilibrio institucional. En un país donde la justicia sigue siendo una promesa más que una realidad, el nombramiento de jueces y magistrados debería estar en el centro del debate público.
Pero en Hidalgo, los representantes de Morena y sus partidos aliados optaron por el silencio. No hubo pronunciamientos, no hubo iniciativas, no hubo participación efectiva. ¿Qué mensaje transmite una fuerza política que se autoproclama transformadora cuando decide no ejercer su poder para incidir en la estructura judicial?
Algunos analistas sugieren que esta inacción responde a una estrategia nacional: dejar que el desgaste del Poder Judicial avance sin interferencia, alimentando la narrativa de su corrupción y lejanía con el pueblo.
Otros, más críticos, ven en esta omisión una muestra de desinterés o, peor aún, de complacencia con el debilitamiento institucional.
La ciudadanía merece explicaciones. Hidalgo no puede ser un laboratorio del silencio, donde las decisiones fundamentales se toman en la sombra o, peor aún, se dejan de tomar. La transformación democrática no se construye desde la apatía, sino desde la participación activa, crítica y responsable.
Hoy más que nunca, la vigilancia ciudadana es necesaria. Y los representantes de Morena en Hidalgo deben rendir cuentas: no por lo que dijeron, sino por lo que decidieron callar. Porque en política, el silencio también habla. Y a veces, grita.