Suponiendo…sin conceder

Suponiendo…sin conceder

Inicio de campañas y épocas de cinismo

El célebre poeta y filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, definió el cinismo como lo más elevado que puede alcanzarse en la tierra; para conquistarlo hacen falta los puños más audaces y los dedos más delicados.

La política, y quizá la política mexicana y aun latinoamericana de forma exponencial, han deformado incluso el concepto a lo más acotado de su definición: simplemente a lo que define la Real Academia de la Lengua: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.

Así, el espectáculo de la procacidad nos lleva a presenciar hechos como el registro, para buscar el voto ciudadano, de personajes como Damián Sosa Castelán y Cipriano Chárrez Pedraza, por el Partido del Trabajo.

El epígrafe del portal Desde Abajo, que dirige el periodista Alberto Rodríguez, lo definió con pulcritud, claridad y precisión: “Los candidatos del PT Hidalgo suman más años de prisión que votos”.

La demoledora verdad socorre a la historia cuando los antecedentes de ambos personajes están repletos de pasajes judiciales pese a los cuales saldrán a la calle a mentirle a la población, a decirle que buscan lo mejor para el pueblo de Hidalgo cuando lo que en realidad pretenden es una posición política que garantice inmunidad, remuneración e influencia.

Variante del ataque a la memoria, es la declaración de Carolina Viggiano, quien acusó al actual gobierno de no hacer nada por Hidalgo, nada de lo que el PRI, su partido, sin duda realizó por el estado durante las poco más de nueve décadas que lo gobernó bajo distintas caras y grupos.

El dislate que cometió Morena, al incluir en su fórmula al Senado al expriista y exverdecologista Cuauhtémoc Ochoa, cobrará factura al interior del mismo partido.

Abucheos de la militancia, desdén y menosprecio de la candidata presidencial y aun de sus compañeros candidatos y candidatas dibujan un panorama poco halagüeño para las aspiraciones de quien fuera denodado funcionario peñanietista hace menos de una década.

El “cambio verdadero” que promete Adriana Flores Torres, al ritmo del “na na na ra na…” la más frívola de las campañas, donde desterrados priistas sugieren que con su cambio de colores y bajo el mando de un viejo político “todo estará mejor”, es el epítome de la desfachatez política.

Tres meses que iniciaron el viernes, en que una inmensa cantidad de aspirantes buscarán, no convencer, sino engañar al electorado: que no recuerde su pasado, que no cuestione su presente y que no adivine su futuro.

¿Qué propuesta profunda habrá, en esta etapa que inició con un dislate inconsciente de Claudia Sheinbaum y un “pacto de sangre” de Xóchitl Gálvez?

Es pregunta, que aligera el optimismo.

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