Suponiendo…sin conceder

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Los vicios priistas en Morena

Como una suerte de “tapadismo” del más viejo, anquilosado y arcaico priismo, pero a la luz pública, ha transcurrido el proceso de elección de candidaturas en Morena, sobre todo para la capital del estado.

En aquellos entonces, los aspirantes hacían apariciones públicas antes de que el presidente en turno seleccionara, vía el democrático dedazo, al que sería “ungido” como “el candidato”.

Esos mismos procesos ocurren ahora en la dirigencia nacional y estatal de Morena, con todo y el farragoso lenguaje que exige “unidad”, término patentado por los priistas de viejo cuño.

Lo que impide a Morena llegar a esa pretendida “unidad” es la falta precisamente de ese elemento, cuya esencia encierra el compromiso con una causa común y no con una particular.

La falta de compromiso con los ideales de justicia social y transformación, que el partido y su dirigencia pregonan, ha propiciado la virtual guerra de grupos y de proyectos muy personales de quienes, dicen, son los mejores y los que más posibilidades tienen de ganar.

El recurso demagogo de “fortalecer los cimientos de la izquierda mexicana”, los cimbra ante la posibilidad de un pleito “intestino”, cada vez más fuerte y más inevitable.

Morena concluyó con los llamados “Encuentros de Unidad y Diálogo para el Fortalecimiento Municipal“, un ejercicio de pasarela política, idéntico al llamado “Predestape”, la competencia por la nominación.

Ese periodo estaba marcado por la incertidumbre y podían estar involucrados todos los aspirantes que decían buscar la unidad.

Al permitir nombres impresentables, como Humberto Veras o Ricardo Islas Salinas, Morena alimenta esa incertidumbre y la tensión entre quienes sí tienen reales posibilidades, como Jorge Reyes y Ricardo Crespo, o quienes sí caminan conforme a sus ideales, como Tonatiuh Herrera y Navor Rojas.

En ese vicio ancestral, de su ascendencia priista, el partido oficial abre la puerta a la disidencia interna y la competencia externa.

Ya lo dijo, en un momento histórico muy distinto, pero tan parecido al actual, el ínclito historiador Daniel Cosío Villegas, «el partido (ponga aquí a su institución favorita) se convertirá en una presencia con poderes constitucionales y metaconstitucionales».

En términos llanos, las encuestas y los “encuentros de unidad” degenerarán en el histórico dedazo.

Si es que no lo han hecho ya.

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