Suponiendo…sin conceder

Suponiendo…sin conceder

Adriana Flores y Rubén Moreira, la frivolidad

Por: Fernando Hidalgo Vergara

El contexto electoral pierde espacios de reflexión profunda y la seriedad que requiere un proceso en el que estará en disputa nada más y nada menos que el futuro del país, lo que no es poco ni cosa de juego.

Los “proyectos de nación”, que tanto alardean las y los protagonistas de este escarceo

electoral, que apenas inicia, brillan por su ausencia cuando lo único que vemos, como sociedad consumidora de noticias, es un intercambio de insultos o payasadas.

En ese nivel está la propuesta de la mayoría de quienes buscan, por una u otra plataforma, a como dé lugar, llegar a un cargo público para el próximo sexenio.

Los “secretos”, anunciados por el diputado federal priista, Rubén Moreira, esposo de la secretaria general del PRI, Carolina Viggiano, sobre el exgobernador y hoy embajador en Noruega, Omar Fayad Meneses, resultaron ser hechos ampliamente conocidos que no abonan, ni abundan, a un debate medianamente serio sobre lo que significa que un exgobernador esté inmiscuido en una investigación del calibre de la “Estafa Siniestra” y aún pretenda participar en la carrera electoral, directa o indirectamente.

Los ataques, aun con ofensas personales, que el mismo Rubén Moreira profirió en contra del actual gobernador, Julio Menchaca, quedaron lejos de ser una crítica objetiva sobre las acciones que en materia de seguridad pueda generar el gobierno hidalguense.

Mucho menos en función de los realizados por el propio Moreira Valdés en su estado natal, Coahuila, cuando a él le tocó gobernar.

En las mediciones nacionales e internacionales de, por lo menos, la última década, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), ubica a Hidalgo, en promedio, dentro de los cinco estados más seguros del país.

Mientras que Coahuila, en el mismo periodo, en una fluctuación constante entre el sexto al décimo lugar.

Las cifras son frías, el debate sin embargo se ha vuelto veleidoso y siempre con intenciones electorales.

No están fuera de ese mismo contexto las encarecidas críticas de la hoy ya expriista Adriana Flores Torres en contra del que hasta hace poco más de 48 horas era su partido.

Considerada en las listas para la diputación local en el PRI, a Flores Torres le pareció poca cosa para su larga trayectoria de 20 años de rebeldía y prefirió renunciar, azotando la puerta, del partido al que decía pertenecer.

Con experiencia como eficaz “operadora política”, es decir, generadora de votos para su partido, la aún funcionaria municipal decidió dejar al PRI para ser lanzada en la fórmula al senado por Movimiento Ciudadano, partido que con su política “fosfo fosfo” ha incurrido en una desmedida frivolidad en todos sus frentes.

Muy ad hoc con el comportamiento, al menos en redes sociales, de Adriana Flores, quien abonará a esa causa política e ideológica con sus tenis anaranjados y, quizá más adelante, algunos bailes en tik tok emulando a Samuel García.

La frivolidad del dato ligero y del chapulineo mendaz es el sino electoral que nos depara, si es que nadie hace algo.

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