Por Un vulgar ambicioso, y nada más.
Por Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
La demagogia que ha dominado la política mexicana, elevada a estrategia pública gubernamental por el presidente Andrés Manuel López Obrador, es incontrolable para muchos políticos del viejo cuño pero del nuevo modelo del “movimiento”.
Caso concreto el del ahora exalcalde de Mixquiahuala, José Ramón Amieva, quien dejó tirado el municipio al que llegó después de dejar un tiradero en su fugaz paso como “regente” interino de la Ciudad de México.
Ayer, en la sesión del congreso del estado, un grupo de regidores del municipio manifestaron su molestia e inconformidad por el actuar de los diputados que conforman la Comisión de Gobernación en el Congreso.
Y del Pleno, que aprobó sin reparo alguno casi por unanimidad.
Rechazan y reprochan que haya sido autorizada la licencia por tiempo indefinido de Amieva Gálvez, en la inteligencia de que existe ingobernabilidad y abandono por parte del ahora expresidente municipal.
Detallaron los ediles que a la fecha no hay un presupuesto autorizado, por lo que se sigue trabajando con el que dejó el Concejo municipal ¡desde el 2020!
Al mismo tiempo, hicieron un llamado al gobernador, Julio Menchaca, para que intervenga en el asunto pues “con estos diputados de la Comisión estamos retrocediendo”.
No les falta razón, sin embargo, acude a la radicalización la postura de los regidores, pues no hay ingobernabilidad en Hidalgo.
Huelga decir, desde luego, que no la hay en el municipio, muy a pesar de la incompetencia y desdén con que Amieva gobernó la demarcación.
La gobernabilidad es un concepto muy superior a los malos resultados de quien fuera aliado de Miguel Mancera, hace no mucho tiempo.
El reproche debiera ser en el sentido de que Amieva Gálvez usó al municipio como entretenimiento, como un trabajo de medio tiempo en el que sus altas responsabilidades quedaron rebasadas por sus apetitos políticos.
Ahora, Amieva acude a los lugares comunes de la demagogia más vulgar, “el proyecto de nación”, “el beneficio del pueblo”.
Patrañas.
Es un vulgar ambicioso, y nada más, dijera el señor presidente.
