Aborto, la Iglesia Católica, Pedro Armendáriz y los votos en abstención
«Las revoluciones no se hacen para que algunos se hagan ricos a costa de la sangre de los que combaten por sus convicciones.
Cualquier causa puede tener enemigos, porque los hombres tienen derecho a pensar libremente o no son hombres libres.
Se puede sentir respeto por el enemigo que lucha y muere por la causa que él considera justa; pero aquellos que se tambalean entre dos bandos, los que quieren estar bien con todos, los que no son enemigos de nadie cuando hay una lucha en que se juegan los destinos de la patria, ésos son los verdaderos traidores, los bastardos, las sanguijuelas que se alimentan chupando la sangre de sus hermanos.»
Este brutal mensaje fue pronunciado por el General José Juan Reyes, encarnado por el inmortal Pedro Armendáriz Hastings, en 1946, como parte del personaje que interpretó en la película «Enamorada».
Discurso vigente cuando en las revoluciones actuales, como la modificación legal que despenaliza el aborto en los estados del país, Puebla el más reciente.
Apenas el lunes, el Congreso de aquella entidad aprobó en lo general la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación.
Es el estado número 14 en el país que lo hace, que armoniza su Constitución local a lo que resolvió la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) desde 2021, en México es inconstitucional criminalizar a las mujeres que deciden abortar.
Como en los otros 13, la Iglesia Católica ejerció presión sobre legisladoras y legisladores para evitar la aprobación de la reforma constitucional.
La Arquidiócesis de Puebla anunció este martes una serie de medidas que tomará para “combatir” lo que llamó “cultura del descarte y la cultura de la muerte”, tras la despenalización del aborto.
La intromisión clerical en asuntos humanos se dio a través de un comunicado, en el que la jerarquía católica poblana expresó “su más profunda tristeza” tras darse a conocer la votación de los legisladores.
Por el amor de Dios, dice el clásico.
En el colmo del despropósito y la ignorancia, la Arquidiócesis poblana lamentó que en el estado “se niegue violentamente el derecho a la vida”.
Los curas de alto rango acudieron, a través de personeros, a Javier Aquino Limón, secretario de gobierno del estado, para intentar presionar a las y los legisladores.
¿Le suena conocido? Bueno, lo mismo ocurrió en los demás estados. Hidalgo incluido, donde a través de Simón Vargas, secretario de gobierno en el sexenio de Omar Fayad, ejerció la misma “función” en junio de 2021, cuando se convirtió en la tercera entidad en permitir la interrupción voluntaria del embarazo, junto con Oaxaca y Ciudad de México en ese momento.
Como en Hidalgo, en Puebla también hubo tibios que votaron en abstención; que quieren quedar bien con Dios y con el Diablo; que como veletas se conducen hacia donde sopla el viento para no comprometer ninguna clase de convicción que les impida virar conforme su conveniencia se los dicte.
Allá fueron menos que aquí: Azucena Rosas, de Morena; Guadalupe Leal, del PAN; Juan Ambrosio Corona, del PRI y la independiente Liz Minto.
La enajenación religiosa aún obstaculiza el avance de los derechos humanos.
Humanos, no divinos.
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