“Seguramente se fue con su novio”
La Alerta Amber se diseñó específicamente para localizar menores de edad extraviados, desaparecidos.
En sus inicios en México, costó mucho trabajo identificar los casos reales de las ausencias voluntarias, sobre todo, de adolescentes.
El argumento, machista per se, se generalizó en las agencias ministeriales y en oficinas policiales donde, con comprensible desesperación, acudían los padres y madres de familia para buscar a sus seres queridos.
Tristemente, esa costumbre se diluyó poco a poco, conforme aparecían los cuerpos sin vida de adolescentes desaparecidos.
O simplemente, no aparecían ya.
Esa tragedia innombrable se extiende a lo largo y ancho de todo el país.
El más reciente informe del Índice de Paz México, (IPM) de 2024, el cual es presentado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), señala que el estado de Hidalgo tuvo un incremento del 31.2% en el número de personas desaparecidas durante el 2023.
En el apartado Personas Desaparecidas de dicho estudio, señala que es probable que la tasa de homicidios de México esté subestimada, pues existe un número significativo de personas desaparecidas en el país, una proporción de las cuales pueden haber sido víctimas de homicidio, especialmente dada la tendencia creciente de que los cuerpos de las víctimas sean descubiertos posteriormente en fosas clandestinas y sin nombre.
Así, sin nombre, el crimen que desaparece a una persona y le arranca las entrañas a varias más, a quienes la esperaban, a quienes la amaban.
No hay visos de que esa pesadilla termine, sobre todo porque no hay intención alguna de la autoridad de modificar la mecánica y metodología del combate a este artero y atroz crimen.
El presidente de la República no es capaz de atender, de recibir a las madres buscadoras, porque corre el riesgo de “lastimar la investidura”.
En realidad lo que no desea es lastimar su popularidad.
Eso, y la propia desaparición de personas, es incalificable.
Es miserable.
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