El “Canelo”, el reguetón, los influencers y la grilla barata. ¡Viva México!
Desde el asueto patrio:
Se nos fue la época de los campeones
El boxeo mexicano parió mitos que llenaron arenas y calles: de Rubén Olivares a Salvador Sánchez, de Julio César Chávez a Juan Manuel Márquez.
Hoy, el último gran referente (por llamarle de algún modo) se llama Saúl “Canelo” Álvarez, y lo que sigue es un páramo de combates irrelevantes, peleadores inflados y promotoras que fabrican ídolos de papel.
Lo mismo pasa con la música.
Consuelo Velázquez escribió Bésame mucho y Agustín Lara convirtió la bohemia en arte. Hoy, la industria nos condena a la repetición monótona de corridos tumbados con tres acordes mal puestos, letras violentas, vacías, y el reguetón que confunde vulgaridad con ritmo.
Y en paralelo, los nuevos héroes culturales son los llamados fantasiosa y presuntuosamente “influencers”, que no necesitan talento, ni oficio, ni disciplina.
Sólo un teléfono y la febril disposición de hacer payasadas frente a la cámara para acumular seguidores. El aplauso fácil sustituye al análisis serio.
La risa barata le gana a la reflexión.
La política no se queda atrás. De los oradores con visión de país y la capacidad de articular un proyecto —con sus claroscuros, sí— hemos pasado a políticos que confunden discurso con eslogan, diagnóstico con meme, y estrategia con TikTok.
Gobernar se ha reducido a posar para la selfie, repetir frases huecas y vivir de la ocurrencia diaria. Lo que antes era oficio hoy es espectáculo. Y de mal gusto.
La decadencia no está en que cambien los tiempos, sino en que hayamos renunciado a exigir calidad.
Ni el boxeo, ni la música, ni la conversación pública —ni la política— volverán a ser lo mismo mientras nos conformemos con la mediocridad envuelta en luces de neón y trending topics.
Mientras prefiramos el “scroll” que la lectura.
Síguelo por X: