Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

¿Qué busca la oposición en Hidalgo? Facilitarle el camino al oficialismo

En Hidalgo, la oposición parece más interesada en disputarse migajas de poder que en construir una verdadera alternativa para la ciudadanía.

El PRDH se reconstruye con esfuerzos virtualmente sobrehumanos, levantando los pedazos que les dejaron para intentar resurgir con nuevas figuras.

El caso del PAN es ilustrativo: Asael Hernández mantiene un férreo control del partido, como si fuera su propiedad privada.

No le importa torcer la ley ni el decoro político con tal de perpetuarse.

Su inverecundia llega al grado de autoproclamarse “indígena” para obtener espacios y prebendas, y lo hace sin pudor alguno en eventos de auténticas comunidades originarias, usurpando causas y símbolos que no le corresponden.

Del otro lado, el PRI de Carolina Viggiano y Marco Mendoza vive en un permanente ring digital.

Se desgastan lanzando críticas contra Morena, contra Miguel Tello o contra Simey Olvera en redes sociales, como si la política se redujera a Twitter y Facebook.

Pero en la arena real, donde se disputan presupuestos, liderazgos territoriales y reformas legislativas, el priismo hidalguense brilla por su ausencia.

Su voz no pesa en el Congreso ni en las calles, donde la gente espera respuestas y no likes.

La pregunta es inevitable: ¿qué quiere la oposición? Porque si su objetivo es recuperar la confianza ciudadana, el camino elegido es el equivocado.

Un PAN aferrado a un cacique local y un PRI atrapado en peleas virtuales difícilmente representan una opción frente a Morena.

En vez de perfilar un proyecto incluyente y serio, se han convertido en caricaturas de sí mismos: unos disfrazados de indígenas y otros convertidos en influencers de ocasión.

Mientras tanto, los problemas de fondo —pobreza, inseguridad, desigualdad, falta de empleo— siguen sin tener un interlocutor crítico desde la oposición.

Morena podrá cometer errores, corruptelas, sandeces, abusos, pero si del otro lado solo hay simulación y pleito barato, la ciudadanía no tiene a quién voltear a ver.

La verdadera oposición no se construye con disfraces ni con tuits, sino con ideas, con proyectos de futuro y con la valentía de confrontar al poder desde la legalidad y la congruencia.

En Hidalgo, esa oposición sigue ausente.

Pocos, muy pocos en la oposición entienden que el trabajo que deben hacer es construir, y para construir hay que salir y caminar, no teclear en un teléfono móvil.

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