Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

El PRI de Alito y Carolina, ¿cortina de humo?

Suponiendo —sin conceder— que la Fiscalía Anticorrupción de Campeche actuó con independencia al solicitar el desafuero del senador Alejandro “Alito” Moreno por peculado y uso indebido de atribuciones, lo cierto es que los hechos no dejan lugar a la ambigüedad: más de 83.5 millones de pesos están en entredicho, y hay 17 exfuncionarios ya vinculados a proceso. Lo documentado es claro; lo que falta es voluntad política.

Son demasiadas las evidencias en contra del líder tricolor, como para tragarnos el cuento de la cortina de humo del oficialismo para tapar sus propias ilegalidades, como los viajes de los hijos de AMLO, de legisladores y funcionarios del gobierno federal.

Resulta cada vez más insostenible  el blindaje que le ofrece su propio partido, el PRI, encabezado en mancuerna por Carolina Viggiano Austria, su inseparable aliada.

Ella no solo ha guardado silencio ante las imputaciones penales, sino que avaló junto con Alito una reforma estatutaria a modo, aprobada en julio de 2023, que les permite reelegirse hasta 2032 en la dirigencia nacional del partido.

Esa reforma, orquestada en la oscuridad del autoritarismo partidista, canceló cualquier posibilidad de renovación real en el tricolor. Lejos de defender al PRI de su descrédito, lo han convertido en propiedad privada, asegurando impunidad interna al costo de la credibilidad total.

Así, mientras la Fiscalía exhibe pruebas y promueve procesos, Viggiano y el aparato del PRI cierran filas. No hay comunicados, no hay posicionamientos, no hay ética. Solo una narrativa institucional hueca, acompañada de giras, eventos y selfies que maquillan la descomposición.

En 2022, cuando Alito enfrentó su primer intento de desafuero por enriquecimiento ilícito, Carolina Viggiano pidió “respetar la legalidad y no caer en persecuciones políticas”. Tres años después, ante acusaciones aún más sólidas y con carpetas judicializadas, el silencio de la secretaria general raya en complicidad.

Peor aún: el fuero se convierte en estrategia, no en protección legítima. Es escudo para evitar enfrentar la justicia, y mientras lo mantenga, seguirá operando políticamente como si nada pasara. Si el Congreso federal no le retira la inmunidad, el mensaje será brutal: el líder de un partido puede estar bajo proceso penal y aun así permanecer en funciones.

Y suponiendo —sin conceder— que Carolina Viggiano aún aspira a un rol nacional con integridad, tendrá que hacer lo que más ha evitado: romper el pacto. Porque si calla, respalda; y si respalda, es corresponsable.

La historia está tomando nota. El país también.

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