Irám González Pérez, gran ejemplo de aspirante candidato
En el ensayo “Permanent Campaign: Three Glances on the Same Phenomenon from The Americas”, Cynthia Chávez‑Cabrera, en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales (RMCPyS) examina cómo, en diferentes contextos de América Latina, existe una estrategia política en la que ciertos actores públicos mantienen una campaña latente mientras siguen en funciones oficiales.
Grosso modo, establece teorías y correlaciones de cómo y por qué los funcionarios priorizan la ambición personal por encima del servicio público.
Servicio público en el que se encuentran, es decir, tienen las obligaciones legales de su encomienda y reciben un salario, generoso en la enorme mayoría de ocasiones, por desempeñarla.
Un análisis de cómo las reglas de la democracia mexicana se distorsionan en la práctica, y la principal distinción es que el pretendido futuro candidato desatiende de forma inmediata sus responsabilidades públicas y nadie lo ve mal. Nadie lo reprocha, lo reprueba, lo critica.
Irám González Pérez, actualmente es el subprocurador de la Región Poniente de la Procuraduría General de Justicia del estado, un cargo no menor, por el contrario, una responsabilidad de alto calibre, máxime en las actuales circunstancias en que nos encontramos.
González Pérez tiene bajo su responsabilidad procesos completos de la investigación criminal que lleva a cabo la PGJEH.
También quiere ser candidato, otra vez, a presidente municipal de Mineral de la Reforma. Otra vez quiere serlo.
En ese contexto, y luego de que, en una refriega a balazos entre agentes de investigación que se rifaron la vida en contra de delincuentes cada vez más organizados y mejor armados, un policía perdió la vida, es imperdonable, reprochable y ampliamente criticable que el subprocurador, al día siguiente, presuma su tiempo libre en redes sociales y en caminatas matutinas acompañado de incondicionales.
Los agentes de su región se jugaron la vida en el cumplimiento de su deber, lo menos que se espera de un alto mando como Irám González es un mínimo compromiso, empatía y solidaridad con quienes cumplen a cabalidad su misión.
Porque para eso les paga el Estado.
Porque para eso están entrenados.
Porque no están buscando otro cargo.
Solidaridad con la familia y amistades del agente caído en el cumplimiento de su deber.
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