Iniciativa antitaurina, en la congeladora económica
Hace tres meses, el diputado Avelino Tovar Iglesias presentó una iniciativa para prohibir las corridas de toros en Hidalgo. La propuesta, a todas luces congruente con los avances en materia de derechos de los animales y con el sentir creciente de una sociedad que rechaza la violencia como espectáculo, duerme el sueño de los justos en la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales.
El caso de Hidalgo es especialmente revelador por lo simbólico. Se trata de un estado con profundas raíces taurinas y una de las ferias más importantes del país: la Feria de San Francisco, donde los espectáculos taurinos son parte del atractivo económico y turístico.
El argumento económico, por supuesto, no tarda en aparecer: ganaderos, empresarios, toreros y comerciantes se movilizan en defensa de la “tradición”, advirtiendo pérdidas y afectaciones si la iniciativa prospera.
Sin embargo, basta mirar hacia la Ciudad de México, donde la prohibición de las corridas de toros ha sobrevivido a la presión de los intereses taurinos, para entender que el mundo ha cambiado.
Lejos del colapso económico que auguraban los defensores de la tauromaquia, la capital ha diversificado sus espectáculos, y los espacios antes destinados a la tortura animal han comenzado a buscar nuevos usos.
La tradición no puede ser excusa perpetua, sempiterna, para la violencia institucionalizada.
El problema de fondo en Hidalgo no es la falta de argumentos —ni éticos ni legales— sino la ausencia de decisión.
Tres meses de parálisis legislativa son muestra del miedo a pagar el costo político de tocar intereses poderosos y enfrentar a una minoría ruidosa.
¿Qué mensaje envía el Congreso local cuando posterga un debate que afecta a miles de personas que exigen respeto por la vida animal? ¿Qué mensaje manda a las nuevas generaciones que han crecido con una conciencia distinta sobre el sufrimiento de los seres vivos?
Es momento de que el Congreso del estado asuma su papel histórico.
La defensa del maltrato no puede seguir cobijándose en el discurso de lo cultural, económico y hasta político.
Hidalgo tiene la oportunidad de estar a la altura de los nuevos tiempos, de construir una feria sin sangre, una identidad sin crueldad, y una legislación sin miedo. Pero para eso, hace falta algo que escasea en la política local: voluntad.
El comunicado de la Plaza México es revelador: no es posible llevar a cabo el espectáculo taurino “sin violencia” como lo establece la nueva legislación en la capital del país.
Así tendrá que ser la tendencia, no puede ser que el sufrimiento de un ser vivo sea un negocio.
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