La censura se normaliza con los gobiernos de “la transformación”
La frase infame de Alejandro Alito Moreno, aquella de “no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”, sigue siendo un símbolo del desprecio autoritario hacia la prensa crítica…que empieza a palidecer ante los embates de los actuales gobiernos.
Hoy por hoy, varios gobernantes de Morena —con el respaldo tácito o explícito del partido y de la presidenta Claudia Sheinbaum— están llevando esa máxima a la práctica, bajo nuevos y más sofisticados ropajes.
La censura ya no llega con militares cerrando redacciones ni con imprentas incendiadas, como en los mejores momentos del priato.
Hoy se disfraza de recortes presupuestales selectivos, de eliminación de convenios de publicidad a medios incómodos, de ataques sistemáticos desde redes sociales operadas por bots y seguidores radicalizados, y de conferencias mañaneras donde se exhibe y descalifica a periodistas críticos.
El más reciente mecanismo: el uso y abuso de los poderes públicos, el legislativo, para crear leyes absurdas, arbitrarias y censoras.
El judicial, para su aplicación autoritaria.
El mensaje es claro: o te alineas o te eliminamos… económicamente.
Sheinbaum, con todo su discurso de transformación y respeto a las libertades, ha guardado silencio ante los casos de censura promovidos por mandatarios estatales de su partido.
No hay deslindes, no hay llamados al respeto a la libertad de expresión, no hay defensa de periodistas locales que sufren acoso, vigilancia o desplazamiento por hacer su trabajo. Peor aún, en algunas ocasiones ha avalado ese silencio cómplice al aparecer sonriente junto a los censores.
En entidades gobernadas por Morena —como Puebla, Campeche, Veracruz o Chiapas— las presiones a medios críticos ya no son excepción sino norma.
Hay periodistas vetados de eventos públicos, medios que pierden patrocinios por publicar investigaciones incómodas y comunicadores que se ven obligados a callar para sobrevivir. No es una anécdota: es una estrategia.
Y mientras todo esto ocurre, desde el partido fundado en nombre de la justicia social y los derechos, lo único que se escucha es la sordina de la conveniencia política.
Morena validó a sus gobernantes censores con candidaturas, campañas, y ahora con el respaldo presidencial. ¿Qué tan diferente es eso del PRI más rancio?
Tal vez Alito Moreno fue brutalmente honesto.
Pero estos nuevos censores son igual de letales, sólo que con la sonrisa de la supuesta transformación.
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