Por Puentes, glorietas y la corrupción que no duerme
En Pachuca, los problemas de movilidad han sido usados como excusa para justificar obras millonarias que no solo no resuelven nada, sino que huelen a corrupción a kilómetros.
El caso más evidente es el del puente atirantado, ese monumento al despilfarro disfrazado de infraestructura moderna.
Su costo se disparó, su diseño nunca convenció del todo, y hoy, años después, la zona sigue siendo un caos vial. ¿Quién responde por eso? Nadie.
Las autoridades han gastado millones más en “estudios de movilidad” que no han servido para nada.
Diagnósticos, proyecciones, renders, maquetas… pero ni una solución real.
¿De qué sirvieron esos estudios? ¿Dónde están los resultados? ¿Cuánto se pagó y quién los cobró? Lo que vemos es que, pese a tanto “análisis técnico”, el tráfico sigue igual o peor. Tal parece que los estudios fueron más una vía para justificar contratos que para diseñar soluciones viables.
Y si hablamos de absurdos, no se puede omitir la glorieta 24 horas, ese nodo vial que ha sido modificado una y otra vez, como si fuera una maqueta de secundaria en manos de políticos jugando al urbanismo.
Se han invertido recursos públicos una y otra vez para “ajustarla”, sin éxito. La movilidad en esa zona es la prueba viviente de que el dinero puede fluir generosamente… hacia donde conviene, no donde hace falta.
La ciudadanía ya no se traga el cuento de que estos proyectos son por el bien común.
Lo que hay detrás de cada obra mal planeada, inflada y fracasada es una red de complicidades, contratos asignados a modo y empresas beneficiadas que suelen desaparecer una vez terminada la obra.
El puente “atarantado”, los estudios inútiles y la glorieta eterna son síntomas de un mismo mal: el uso del erario como botín.
Pachuca no necesita más obras costosas; necesita transparencia, planeación real y rendición de cuentas.
Pero eso no da comisiones. Y parece que aquí, como en la glorieta 24 horas, todo gira… pero alrededor del dinero.
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