Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

César “RMV” y Luciano Pavarotti

Suplico con antelación mil perdones por la grotesca, ofensiva y disparatada comparación, la cual es un evidente intento de metáfora en razón al “argot” criminal que se maneja en nuestro país.

Desde luego, el italiano, considerado el mejor tenor que la historia nada tuvo que ver con actividades criminales, pero era experto en cantar matizando las notas para alcanzar tonos altísimos o tonos casi ocultos.

Eso tendrá que hacer el exfuncionario del gobierno de Omar Fayad.

El gobernador del estado, Julio Menchaca Salazar, informó que el joven mexiquense está por arribar a México vía deportación desde los Estados Unidos, donde fue detenido luego, aseguró, de que comprase una casa “no de interés social” y un auto de “alta gama”.

Por absurdo e inverosímil que parezca, no suena descabellado. Aquellas personas que acumulan grandes cantidades de dinero de forma ilegal y que no pueden disfrutar de ellas debido a esa condición, tarde o temprano pierden la cordura y el anhelo de disfrutar la vida los pierde.

Así como César “RMV” y si vas, así como Jessica Blancas y su necesidad de ser admirada.

La reciente detención ha encendido los focos rojos en más de una oficina política.

No es para menos, César “RMV” no fue una figura menor: su encargo como vigilante de la legalidad administrativa (háganme el favor) del estado lo colocó en una posición privilegiada para ver —y callar— lo que se movía tras bambalinas durante el sexenio de Omar Fayad.

Su arresto en los Estados Unidos abre una puerta incómoda. No sólo por lo que pudiera haber hecho, sino por lo que podría decir.

Si decide colaborar con las autoridades —cantar, como se dice en el argot judicial—, la partitura podría tener muchos nombres conocidos.

Muchas alturas diferentes.

Sin embargo, todo apunta a que la justicia, en este caso, preferirá una canción a media voz.

¿Por qué? Porque los ecos de ese canto podrían alcanzar al propio Omar Fayad y a su entonces secretaria de Finanzas, Jessica Blancas, dos figuras cuya sombra aún pesa fuerte en el estado.

Pero, hasta ahora, ni una insinuación de que vayan a ser llamados a cuentas.

Blancas parece nadar en aguas tranquilas, protegida por un manto de impunidad selectiva que ya es costumbre en la política mexicana.

Es el juego de siempre: castigar a una pieza menor, dejar intactas las estructuras de poder y simular que algo cambia.

El problema es que, con cada caso así, la ciudadanía ve confirmada su sospecha de que en México el peso de la ley no se mide por la gravedad del delito, sino por la cercanía al poder.

La pregunta no es si César Román cantará, sino qué le permitirán decir.

Porque la justicia, en este país, también afina su orquesta según la partitura que conviene al poder.


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