Asociación de Alcaldes de Hidalgo: ¿Trinchera política o solución municipal?
La reciente designación de Eduardo Medécigo Rubio, alcalde de Mineral de la Reforma, como presidente de la Asociación de Alcaldes del Estado de Hidalgo confirma, y profundiza, la politización de un organismo que debe estar al servicio de los municipios, pero también es eminentemente político.
No de los intereses partidistas ni de las aspiraciones personales, sino de la conjunción de esfuerzos que, se supone, son en favor de la población -no del “pueblo” ese ente usado a conveniencia por la demagogia nunca demodé.
Medécigo Rubio asume el cargo tras su antecesor en la misma presidencia municipal, Israel Félix Soto, quien también encabezó esta asociación.
Desde luego la coincidencia no obsta la consolidación de un grupo político que utiliza esta plataforma para fortalecer su presencia electoral, sin que se pueda permitir dejar de lado atender las verdaderas necesidades de los municipios hidalguenses.
La asociación, concebida como un espacio de articulación para mejorar las condiciones de gobernanza local, no debe volver a convertirse en una extensión más de las campañas adelantadas, disfrazadas de “trabajo coordinado” y “gestión intermunicipal”.
Los discursos llenos de frases vacías sobre unidad y colaboración contrastan con la falta de resultados tangibles en temas urgentes como el agua potable, la seguridad pública o el desarrollo urbano sustentable debieron quedar, sin duda, en el oscuro pasado.
Mientras los municipios enfrentan problemas reales y crecientes, los liderazgos dentro de esta agrupación parecían más interesados en tejer redes políticas y posicionarse rumbo a futuras candidaturas. El clientelismo disfrazado de cooperación intermunicipal no sólo es ineficiente: es irresponsable.
Por eso resalta la asignación de Medécigo Rubio, a quien le asientan la confianza y la responsabilidad de no incurrir en el uso faccioso de la agrupación, como lo era en la pasada administración.
Hidalgo necesita una asociación de alcaldes que funcione como un motor de políticas públicas, no como un trampolín electoral, lo sabe muy bien el alcalde mineralreformense y el gobernador del estado, Julio Menchaca.
Es tiempo de exigir que los alcaldes trabajen para la gente y no para sus ambiciones. De lo contrario, seguiremos viendo pasar gestiones huecas y promesas recicladas, mientras los problemas locales se agravan día con día.
De eso se deberá encargar Eduardo Medécigo.
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