Penoso papel del PT y su candidata
La candidata a la presidencia municipal de Tula por el Partido del Trabajo, Gabriela Montoya de la Cruz, abandonó el debate realizado por el Instituto Estatal Electoral (IEEH).
No lo abandonó por un desacuerdo en el formato de participaciones, ni por alguna ofensa hacia su persona.
Lo abandonó porque, desde la dirigencia estatal de ese partido, le dieron instrucciones de, primero, reprocharle al órgano electoral haber “bajado” la candidatura, que ahora ella ostenta, de Eduardo Durán Laguna, a quien llamó “un verdadero obradorista”.
Al ser requerida por el moderador para que únicamente respondiera la pregunta, la candidata petista abandonó el lugar.
La circunstancia, tan lamentable y adversa, en que su partido colocó a la ahora candidata Montoya de la Cruz, terminó por anular sus aspiraciones y posibilidades por el capricho de sus dirigentes.
El retiro de la candidatura de Durán Laguna tuvo su razón en el cumplimiento a la Paridad de Género.
Si una fuerza política no cumple con la paridad transversal, horizontal y vertical, el árbitro electoral deberá realizar los ajustes pertinentes para que los grupos de atención prioritaria sean respetados, en este caso, la paridad de género.
Este principio fue incorporado a la Constitución Federal desde el año 2014, establece que los partidos políticos deben postular 50 por ciento de candidaturas para mujeres y 50 para hombres, tanto en el congreso local, federal y ayuntamientos, para asegurar la representación y participación igualitaria.
Además, los llamados bloques de competitividad establecen que en donde haya alta, media o baja posibilidad de competencia real de las candidaturas deben postularse, también mitad y mitad hombres y mujeres.
Eso lo sabe la dirigencia partidista que mandó a defender a un hombre, por sobre sí misma, a su candidata.
Una pena, por la candidata, por el partido y por la insana necedad del machismo en nuestro sistema político.
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