Habemus Papam: el león cuida a los lobos
En CentralMX retomamos la información sobre el encubrimiento a curas pederastas que el recién nombrado Papa hizo en su paso como clérigo en Perú, información verificada no solo por medios de comunicación serios del país sudamericano, sino por agrupaciones dedicadas a denunciar, sin que el poder de la iglesia católica se los impida, casos como esos: abusos sexuales de sacerdotes.
Huelga decir que recibimos reclamos, como siempre, como si aquí se hubiese hecho el encubrimiento y no aportar un insignificante grano de arena para lo contrario.
En una decisión que pasará a la historia por su audacia moral —o su cinismo celestial— el Colegio Cardenalicio ha ungido a Robert Prevost como el nuevo Papa León XIV.
El nombre que eligió el prelado estadounidense-peruano, un guiño zoológico a la fiera justicia evangélica, parece más bien una ironía involuntaria: no es que el león proteja al rebaño, sino que ahora oficialmente lo pastorea en dirección al matadero.
Prevost, quien alguna vez presidió la diócesis de Chiclayo (Perú) y más recientemente ocupó cargos clave en la Curia Romana, se ha distinguido no tanto por su celo pastoral como por su silencio administrativo ante denuncias de abuso sexual clerical.
Según información recogida por la organización estadounidense Bishop Accountability, su historial —como tantos otros en el organigrama vaticano— muestra más habilidad para reorganizar archivos que para escuchar a las víctimas.
León XIV llega al “trono de Pedro” con un historial impecablemente ambiguo: ni una palabra fuerte contra los abusadores, pero sí gestos diplomáticos, comunicados vagos y esa infalibilidad selectiva que hace parecer que proteger a niños sería una ocurrencia menor del Espíritu Santo.
¿Que en la diócesis de Prevost hubo sacerdotes acusados trasladados con sigilo? Detalles administrativos. ¿Que como prefecto del Dicasterio para los Obispos recomendó figuras con pasados dudosos? Malentendidos culturales.
En 2016, Bishop Accountability documentó múltiples casos en la región andina, incluyendo sacerdotes trasladados en silencio o mantenidos en funciones pese a ser acusados formalmente.
El silencio pastoral fue tan ensordecedor como la complicidad.
Más recientemente, como prefecto del Dicasterio para los Obispos —sí, ese cargo que suena a “director de recursos humanos del Espíritu Santo”— Prevost fue responsable de recomendar nombramientos episcopales en todo el mundo.
Durante su gestión, fueron elevados al episcopado clérigos con historial sospechoso, algunos de ellos mencionados en los archivos públicos de Bishop Accountability, cuya base de datos muestra con dolorosa claridad que el filtro moral de Roma sigue siendo más político que pastoral.
Pero, claro, la misericordia tiene jerarquía. Los pecadores de a pie deben confesarse. Los abusadores con sotana, en cambio, reciben traslados, retiros sabáticos y, si todo falla, un nuevo nombre papal.
Las víctimas, como siempre, quedan a la intemperie, acogidas únicamente por organizaciones laicas como Bishop Accountability, que documenta lo que la Iglesia prefiere ocultar.
Con León XIV, la Iglesia sigue siendo la misma: piadosa con los poderosos, misericordiosa con los encubridores, y absolutamente infalible… en perpetuar sus errores.
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