La presunción de inocencia de Gerardo Fernández Noroña
El senador recientemente afilado a Morena, Gerardo Fernández Noroña, aplicó, inconsciente e inocentemente, el principio jurídico de la presunción de inocencia: Nadie es expriista, hasta que se demuestre lo contrario.
De otro modo no se explica la férrea defensa que hizo de los excelentes operadores políticos emanados del tricolor y recientemente, igual que él, incorporados al partido en el poder.
El exabrupto, común y corriente en el senador cuando pierde el camino de la argumentación, fue una joya académica, de consulta, de cómo esparcir una cortina de humo en una conferencia de prensa para evadir el fondo del asunto.
Así, cuando Fernández Noroña no supo contestar si los expriistas llegaron a Morena para aplicar sus conocimientos en la operación política (porque evidentemente no irán para repartir volantes, o para pegar carteles) porque sabía que con ello validaría todas las estrategias, metodologías y tretas, buenas, malas, legales o ilegales, que hicieron del priismo una maquinaria invencible en el terreno electoral.
La ola lopezobradorista se acabó, para la elección judicial y las subsecuentes, lo que Morena deberá aplicar es una estrategia electoral de territorio, de articulación de estructuras y de gestión social entre sus “bases”.
Claro, habrá primero que construir sus bases, de lo cual se encargarán los expertos expriistas y expanistas que tengan la responsabilidad de hacer ganar a Morena sin la presencia y venia bendita del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Claro, aceptarlo es imposible, porque con ello se sabría que los principios, los ideales y la perorata aquella de “no mentir, no robar y no traicionar” no es otra cosa que patraña demagógica.
O, mejor dicho, “es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”.
Palabra es acción.
Son días de guardar, de reflexionar, o de plano y sin ambages, de salir a retozar.
Como decía el inmortal Sergio Guarneros San Miguel: nos vemos el 21, o antes si ocurre algo muy importante.
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