A Leer bien la reforma judicial
La reforma al poder judicial local se consumó en medio de las ralas y precarias protestas de los legisladores de oposición.
La diputada panista Claudia Lilia Luna reclamó la falta de transparencia en su aprobación, la rapidez con la que se votó en el pleno del Congreso y, consecuentemente, su aprobación abrumadora a pesar de la incertidumbre presupuestaria para su concertación.
El priista Marco Antonio Mendoza consideró que fue hecha al vapor, y que es básicamente una caricatura de la reforma federal.
El gobernador del estado de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar invitó, a quienes se han pronunciado en contra de la aprobación de la Reforma al Poder Judicial local, a leer bienlo que se sintetizó para dictaminar las tres iniciativas.
“Respeto los puntos de vista, les sugiero no solamente como gobernador, sino como abogado, que lean bien lo que se discutió y lo que se aprobó, pues en ningún momento es contra lo que se dispone a nivel federal”, puntualizó.
El punto medular es ese, precisamente, que no contraviene lo dispuesto nivel federal.
Una iniciativa que parte de la falacia de asumir que el personal del poder judicial tendrá más legitimidad, honradez y sobre todo preparación al ser electos mediante el voto popular.
Distraer de sus funciones o sus capacidades jurídicas a quienes pretendan acceder a esos cargos para que tengan que hacer una campaña electoral.
El único de los tres poderes de la Unión que exige preparación académica especializada, el Judicial, tendrá ahora que ponerse al nivel de demagogia de los otros dos poderes.
Candidaturas a diputaciones o presidencias municipales o a la presidencia de la República deben convencer al electorado de las mil y una maravillas que pueden hacer en caso de resultar elegidos.
Las candidaturas a jueces, magistrados o ministros deberán convencer al electorado de que tienen los conocimientos y capacidades para hacer cumplir la ley.
El mejor ejemplo de ese sinsentido es la Ministra “del pueblo”, que eligió ese mote absurdo y demagógico para empatizar con el electorado, en detrimento de su muy precaria calidad jurídica.
Muy precaria.
Más allá del desastre que ha resultado el proceso para elegir candidaturas, del desastre que será una elección impracticable en los hechos, resulta desolador el panorama ante la calidad profesional de quienes ocuparán esos importantísimos espacios.
Una tragedia.
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