Suponiendo… sin conceder

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Elección Judicial, botín del poder

En todo el país la elección judicial resulta en una guerra por hacerse del control del Poder Judicial, en su nueva versión, para controlar, además del millonario presupuesto, la poderosa arma política que significa tener la impartición de justicia en la mano.

Y la guerra no es entre la oposición, que no existe, y el oficialísimo. Es entre los grupos, o tribus, del partido en el poder.

Ayer, el Comité de Evaluación del Poder Judicial acató la suspensión definitiva otorgada por un tribunal federal, lo que evidencia que sigue apegado al orden legal.

Durante la sesión de la Comisión Permanente de ayer miércoles, sus integrantes se enfrascaron en una discusión que advierte el deseo de control de quienes participarán en ese proceso inédito, desordenado y desorganizado.

La senadora hidalguense, Simey Olvera, manifestó su preocupación de que el Poder Judicial, en lugar de ser un “garante de justicia”, se ha convertido en un muro que impide el avance de la reforma.

El tema es que el Comité de Evaluación del Poder Judicial suspende y acata la resolución que emitió un juez de Distrito de Michoacán, es decir, una autoridad judicial que es abiertamente desacatada por integrantes del Poder Legislativo.

Tan mal inició el proceso, que ayer mismo la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó que los comités de evaluación del Poder Ejecutivo y Legislativo debieron informar qué requisitos de elegibilidad incumplieron los promoventes para ser excluidos de la lista final de aspirantes.

El tribunal federal determinó que ambas instancias debieron, en cada caso, fundar y motivar la razón de la exclusión de los promoventes del listado final en atención al principio de legalidad, para dotar de certeza al proceso en su integridad.

No ocurrió así, el desaseo es integral y la tragicomedia avanza a pasos agigantados.

El oficialismo se molesta cuando en las condenas popolares se pergeñan conceptos que los dejan muy mal parados, lo cual en este caso aplica a pie jutillas: la “obradorización”, entendida como la falta de cuidado, profesionalismo y aptitud para realizar cualquier actividad está invadiendo a la reforma judicial en su etapa de la elección extraordinaria.

En términos técnico-jurídicos, es hacer algo con las patas.

El problema no es menor, al contrario, es gravísimo, pues está en juego el aparato que imparte justicia no solamente en ramas que son políticamente jugosas, sino en las que “el pueblo” ese que tanto dicen amar y defender, sustenta su día a día en cualquier conflicto legal, por menor que sea.

Ayer fue un día aciago para este proceso.

Lo que viene es francamente desalentador.

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