Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

Diputadas y diputados de Hidalgo, entre la risa y el llanto

El hombre lobo, es el hombre”, declamó, con circunspección y aplomo sin igual, la diputada Tania Valdéz Cuellar.

Te crees mucho con tu doctorado”, dijo, con reconcomio, la diputada Sharon Macotela Cisneros.

Un saludo al mejor presidente de la historia de México, Andrés Manuel López Obrador y al mejor secretario de gobernación, Adán Augusto López”, dijo, con lisonjera pasión, el diputado Octavio Magaña.

Bienvenidos, presidente Andrés Manuel y canciller Marcelo”, dijo, con electoral lambisconería, el diputado Fortunato González Islas, al saludar a un par de botargas que llevó al Pleno.

Este despliegue de talento fluyó, durante tres años, en la que integrantes de la LXV Legislatura del Congreso del estado de Hidalgo se enfrascaron en discusiones bizantinas y anecdóticas, en alegatos por la falta de quórum y en arengas a favor y en contra de sus afectos políticos.

Más allá de la risa, de momentos chuscos o vergonzosos, que exhiben la precaria situación intelectual, resulta necesario analizar con cuidado si un alto nivel académico es indispensable para que las y los legisladores cumplan cabalmente con sus funciones.

Representan a un poder del Estado, no es una chamba, es una responsabilidad en la que está de por medio el horizonte jurídico de la entidad y no puede, o no debería, estar en manos de cualquiera.

La permisiva y laxa legislación vigente, facilita que existan ejemplares como Francisco Berganza, quien acude al Congreso cuando le da la gana, para hacer poco y nada.

Permite que sea diputada Sharon Macotela, quien denota nulo compromiso y seriedad con tamaña responsabilidad, que zanja comportándose como niña caprichosa con un juguete de lujo y desplantes soeces, bravucones.

Alienta que lleguen a las curules personajes como Fortunato González, quien hace de la lambisconería su herramienta de trabajo.

Incluso, en el otro extremo, que amparados en acuerdos políticos se viole la ley para mantener la presidencia de la Junta de Gobierno, como el diputado Julio Valera, quien desapareció el grupo legislativo en el que llegó, creó otro, lo desapareció también y se sumó finalmente a otro.

La disímbola preparación académica y capacidad intelectual que distinguió a esta legislatura es una oportunidad de replantear, reflexionar, sobre la imperiosa necesidad de contar con legisladores verdaderamente ilustrados, que hagan del trabajo legislativo un sostén responsable para el bienestar del pueblo, alusión directa a los términos de moda, que han quedado solo en eso, en moda.

El parámetro es sencillo: las participaciones en Tribuna, el contenido y sustento jurídico de cada una de las participaciones de las y los integrantes de la Legislatura indican, sin lugar a la menor duda ni a eufemismos ramplones, quienes tienen capacidad y quienes no.

Se fue la legislatura número 65 del estado, que navegó entre lo anodino y lo burlesco. Entre la demagogia y la simulación.

Hoy comienza la legislatura 66, con Andrés Velázquez Vázquez como presidente, cuya propuesta es el diálogo y el consenso más que la división y el avasallamiento.

Contrario al discurso divisor que es la génesis de la cuarta transformación, el cual es deseable que conserve durante toda su gestión.

Es por el bien de Hidalgo.


**Las expresiones contenidas en estas líneas, son opinión de ellas, y por lo tanto, no representan la postura editorial de CentralMX.

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