Suponiendo…sin conceder.

Suponiendo…sin conceder.

Ni  siquiera las obras maestras de terror sobrenatural del gran Carlos Enrique Taboada habrían relatado lo que ha ocurrido en el país las últimas 72 horas.

La frase que titula una de sus más célebres obras cinematográficas se volvió tendencia el fin de semana en razón a la oscuridad que se avecina por la próxima extinción del organismo garante constitucional de la transparencia.

En décadas pasadas, cuando el PRI totalitario como partido único controlaba absolutamente todo en la vida pública mexicana, pocas posibilidades había de que saliesen a la luz corruptelas y marranadas de quienes detentan el poder político en México.

Verbigracia escasa, la revista Proceso publicó, por ahí de mitad de los años 80, de la pluma de Carlos Marín Martínez -hoy columnista en Milenio- un reportaje donde informaba que los expresidentes Luis Echeverría y José López Portillo financiaron un grupo paramilitar, conocido como la Brigada Blanca, que torturaba, desaparecía y asesinaba disidentes y opositores más radicales y peligrosos para su régimen.

El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) fue creado en 2002 durante el sexenio de Vicente Fox.

El viernes, la Comisión de Puntos Constitucionales, aprobó en lo general eliminar siete órganos autónomos.

Entre ellos, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y órganos autónomos de los estados.

Gracias a esa herramienta constitucional, el gobierno, el poder político, vio acotada su sombría opacidad.

Gracias al INAI se conoció, entre otras cosas, el “toallagate”, un fraude al erario del Estado mexicano durante el mismísimo sexenio de Vicente Fox. 

La joya de la corona, antes de Segalmex, la llamada  “Estafa Maestra”, un esquema de corrupción que desvió más de 7 mil millones de pesos de fondos públicos para fines electorales, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. 

El propio Segalmex, durante el actual sexenio, en el que el amigo y exjefe del presidente López Obrador no se dio cuenta cuando en sus narices se robaron más del doble que en la Estafa Maestra.

A nivel local, con las debidas proporciones guardadas, la transparencia permitió conocer que el líder sindical del Congreso del estado de Hidalgo “dobleteaba” una plaza en el Poder Ejecutivo, auspiciada por la Secretaría de Bienestar local.

También, que diputados de la LXV Legislatura se duplicaron, durante el mandato del hoy morenista y en ese momento priista Julio Valera Piedras, el dinero que cada uno de ellos recibe (100 mil pesos mensuales, tres millones de pesos) por concepto de “Desarrollo Parlamentario”.

O el bono de casi dos mlllones de pesos que se regalaron los exdiputados Asael Hernández y Rafael Garnica.

Algún problema tiene el nuevo régimen, que presume no ser corrupto como el del pasado, con la transparencia. 

No es complicado saber cuál es.

El gobierno de la Cuarta Transformación, en su segundo piso, construye una vuelta en U.

Un retorno al pasado más oscuro.

**Las expresiones contenidas en estas líneas, son opinión de ellas, y por lo tanto, no representan la postura editorial de CentralMX.

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