Por Un año después, la promesa de Ana Karen Parra sigue ahí.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
El 22 de agosto de 2022, hace exactamente un año, la ombudsperson estatal acometió con valor y arrojo ante los medios de comunicación y declaró, sin que nadie le preguntase ni con obligación alguna de por medio, que se bajaría el sueldo «para ser congruentes con la sociedad».
«Es un abuso lo que está sucediendo con los salarios que hay, de ahí viene la restructura», disparó.
También, señaló que había encontrado una Comisión “quebrada, que no tiene identidad” y que estaba “jugando a articular con las otras instituciones (sic) en detrimento de los derechos humanos”.
Esa bravata, innecesaria y en menoscabo de quienes ya eran sus compañeros en la Comisión de Derechos Humanos, le granjeó diversas opiniones en contra, pues poco le importó demeritar el trabajo de profesionales con muchos años dentro de la institución.
Más allá del arranque de imprudencia, atribuible a su inexperiencia, Parra Bonilla se arrogó un compromiso que, al paso del tiempo, simplemente no le dio la gana cumplir.
A un año de su promesa, Parra Bonilla aún gana 73 mil 776 pesos. El gobernador Julio Menchaca Salazar, 75 mil 605 pesos mensuales.
La “congruencia” pesó menos que el placer de recibir sus altos emolumentos a tal grado que prefirió mentir de forma contumaz en su primer informe de labores.
Ante diputadas y diputados, luego de ser cuestionada por incumplir su promesa, Parra Bonilla aseguró que no se ha bajado el sueldo porque sus facultades y funciones están establecidas en la ley “y tendría que ser un proceso que tendríamos que llevarlo aquí en el Congreso”.
Imposible pensar que Parra Bonilla ignora que encabeza un organismo constitucional autónomo, en cuyas funciones se establece su libertad de acción para medidas como esa, absoluta su facultad y responsabilidad.
Es abogada, es maestra en derecho procesal, en género, y, sobre todo, lleva poco más de un año al frente del organismo.
Simplemente, mintió.
Le mintió al Congreso para salir del brete, para engañar a la opinión pública que reclama el cumplimiento de su promesa.
Esa promesa que nadie le pidió hacer, que nadie le obligó a lanzar.
La opinión pública estará atenta a que cumpla con lo que prometió.
