El gobernador detectó el “interés político”.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
No defendió al alcalde de Pachuca, Sergio Baños Rubio, ante la denuncia por violencia que fue interpuesta en su contra, eso tendrá que dilucidarlo la autoridad ministerial con elementos de prueba.
Tampoco defendió a la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Ana Karen Parra Bonilla, por las denuncias que en su contra han interpuesto mujeres activistas.
Sin embargo, señaló que, de estar en similares circunstancias a los mencionados, consideraría la posibilidad de renunciar o solicitar licencia, en tanto se aclaran las paradas.
El mensaje está dado, habrá que ver si saben leer quiénes deberían saber también escuchar.
El gobernador del estado, Julio Menchaca, sabe, sin embargo, que el mecanismo que se activó en ambos casos para atacar, con personajes políticos de altos vuelos de por medio, cuando menos al presidente municipal de la capital del estado, tiene otras intenciones.
Señaló el mandatario que “sin convertirse en juzgador”, cuando una denuncia aparece en los medios (de comunicación ) y a esta se suman personajes políticos (digamos, una diputada federal y un aspirante a alguna candidatura), “en una cadenita, a falta de otro tipo de ofrecimiento a la sociedad, esto denuesta la actividad política”.
Hidalgo ha sido objeto del calor electoral las últimas tres semanas, desde conflictos aparentemente fabricados como en Zacualtipán, Huejutla y Pachuca, hasta ataques y señalamientos entre personales políticos.
Menchaca Salazar sabe, por experiencia y padecimiento propios, que esas estratagemas políticas de baja ralea apenas inician, ante el incipiente proceso electoral que arranca, para muchos, de manera anticipada.
Comienza a deslizar las posibilidades que se presentarán no solo para su partido, sino para los adversarios, que incluso sin tener grandes posibilidades, incidirán en la designación que haga de las candidaturas para su partido y su proyecto de gobierno.
La alcaldía de Pachuca, preciosa joya municipal, la tiene ganada, prácticamente con quien decida, ante los bajos y, sobre todo, malos bonos de quienes querrían competirla, como el propio Benjamín Rico Moreno, quien sabe que no cuenta con posibilidades, pese a los recursos que inyecta a su campaña, de retener la ciudad para el PRI.
Perdón, de quitársela al GPI.
Por eso alienta el golpeteo contra Baños Rubio, quien se mostró nervioso y timorato al momento de desmentir algo tan grave como lo que se le imputa, delito atroz del que deberá defenderse con mayor decisión con la que lo negó.
El alcalde capitalino ya no quiere queso, sino salir de la ratonera. Sin aspiraciones políticas,no quiere ya enfrascarse en una guerra con Rico Moreno y menos con Carolina Viggiano.
Si Sergio Baños deja el cargo, su suplente loasumirá para catapultarse allende las fronteras pachuqueñas.
El tiro cantado empezó como lo dijo el gobernador: con intereses políticos de por medio.