El daltonismo de Xóchitl Gálvez.
Por: Fernando Hidalgo Vergara @FHidalgoVergara
Nunca como ahora, Hidalgo está en la antesala de tener una persona nacida en el estado gobernando al país.
Salvo por el heroico General Pedro María Anaya, quien nació antes que el estado y gobernó la nación hace 175 años, nadie nacido en estos terruños ha logrado llegar a la presidencia de la República, “la Más Alta Magistratura”, dicen con engolada voz quienes escriben la historia.
Podría hacerlo Xóchitl Gálvez Ruiz, nacida en Tepatepec, comunidad cabecera del municipio de Francisco I. Madero, hace 60 años.
Con una prolífica carrera como empresaria que, pese a la insidia oficialista, repetida ad náuseam por los amanuenses gubernamentales y los enajenados del régimen, inició antes de que incursionase en la política y en el servicio público, Gálvez Ruiz, en 1999, obtuvo el reconocimiento por el Foro Económico (World Economic Forum) de Davos Suiza, como una de las “100 líderes globales del futuro del mundo.
En 2000, la revista Business Week la nombró como una de los 25 Latin American’ s New Business Elite.
Ello le valió ser reclutada por los “head hunter’s “ de Vicente Fox, quien siendo presidente la invitó a hacerse cargo de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Presidencia de la República y, posteriormente, al lograr la creación formal de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, hoy Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, ser su primera directora general.
Así de cerca, o así del precipicio, estará la ingeniera hidalguense de hacerse cargo de los destinos del país.
Con la unidad como bandera, la promesa de acabar con la delirante, absurda y grotesca división y “polarización” social creada por López Obrador, Gálvez Ruiz tendrá que luchar contra las insidias presidenciales y contra los lastres que le implican sus “aliados”.
Vicente Fox y su desquiciada conducta, con cuyas declaraciones ha dado armas y pólvora al discurso oficialista de que Xóchitl representa a “los potentados corruptos”.
Alejandro Moreno Cárdenas, un hombre que encarna una asaz corrupción priista,que la población castigó en las urnas hace un lustro.
Las divisiones sempiternas de perredistas y panistas, cuyo sino pendenciero y traidor es tan constante como insalvable la diferencia y distancia ideológica que les separa.
“Soy políticamente daltónica. Solo veo un color: el color de México”, dijo Gálvez Ruiz.
Esperemos que ese daltonismo no le impida escuchar, observar y decidir.
Xóchitl no es la “encarnación del pueblo”, como quiere hacer creer de sí mismo López Obrador, en su discurso demagógico; es parte de él como cualquier persona, lo que tendrá que transmitir en medio del ruido que le harán propios y extraños.