PRI: El alma a prueba de vergüenza.
El discurso demagógico y pletórico de eufemismos, mensajes cifrados y patadas debajo de la mesa, es una patente del Partido Revolucionario Institucional.
Ese lenguaje, que al amparo del poder resultaba elegante, sin ese manto protector resulta escondrijo de pleitos vulgares.
Así como los que sostiene el presidente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, con prácticamente toda la militancia priista, la que no compone su dirigencia nacional, por supuesto.
Alejandro Moreno ha sido un lastre, un cáncer para su partido y sus alianzas.
Pocas ocasiones desde, digamos, Gonzalo Natividad Santos Rivera (aquel célebre del árbol que da moras y que sirve para una chingada), Fidel Velázquez, Carlos Jonguitud Barrios, Carlos Romero Deschamps, Carlos y Raúl Salinas de Gortari y algunos otros ejemplares de igual catadura, habían causado tal repulsión por su halo de corrupta desvergüenza.
El PRI, en este momento, es un fardo sin alma que estorba más de lo que ayuda a lo que queda de la oposición.
El más reciente pleito con el hidalguense Miguel Osorio Chong, quien fraguó su propia desventura con sus yerros y desavenencias previas con sus correligionarios, demuestra que los priistas se mueven en función de revanchas y ajusticiamientos personales y no, como tanto alardean, del bien de México.
El país les importa un carajo, lo que buscan es la supervivencia política, a como de lugar, además de fastidiar a su adversario, compañero de partido pero no de ideología, pues no la hay.
Moreno contra Osorio, Viggiano contra Fayad, Añorve contra Ruiz Massieu, y Beltrones, como siempre, moviendo piezas para regenerar su presencia y trayectoria, sin importarles un demonio las bases de su instituto político.
Pero si Moreno Cárdenas y su malhadada dirigencia, en un acopio de dignidad inusitada, se retiran, bien podría dar paso a una reestructuración sin la cual está condenado al repudio y ostracismo político por un largo tiempo.
Sería un acto de heroísmo democrático que Alejandro Moreno y Carolina Viggiano renuncien y salgan del edificio de Insurgentes si alguna vez le tuvieron gratitud y amor a su partido.
No es gratis que sean la peor dirigencia de la historia priista, la que no ha ganado absolutamente nada.
Palabra es acción
En Hidalgo las cosas son exactamente iguales, la lucha se resume a la pendencia mediática y jurídica entre los grupos de Carolina Viggiano y Omar Fayad.
El intercambio de puyas disfrazadas entre el presidente tricolor en Pachuca, Benjamin Rico y el diputado local, Alejandro Enciso, no desentona el tenor de veladas pugnas sin sentido alguno.
Ya no declaren en eventos aislados, ya no se envíen mensajitos ocultos, mejor tómense un café y resuelvan diferencias con diálogo y unidad, como tanto presumen en las redes sociales.