Siempre hemos reconocido que antes de nosotros muchos mexicanos, mujeres y hombres, libres y conscientes, abrieron el camino para impulsar un verdadero cambio que ahora estamos haciendo realidad con la participación alegre, entusiasta, consciente, activa y protectora de nuestro pueblo.
Es un timbre de orgullo poder decir a los cuatro vientos, desde la principal plaza de la República, que nuestro movimiento está más fuerte que nunca, que existe una amplia mayoría apoyando la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
El pacto funcionó, el pacto entre el pueblo y su gobierno se ha sellado bajo el principio de atender y respetar a todos, pero dar atención especial, privilegiar siempre la ayuda a los pobres y necesitados. Es oportuno repetir que este fraterno ideal lo hemos podido convertir en realidad como es público y notorio.
Actualmente llega de manera directa a 30 millones de hogares, cuando menos, un programa de Bienestar o una porción, por pequeña que sea, del presupuesto nacional; y los cinco millones de hogares restantes, que viven en mejores condiciones, también se han beneficiado porque nuestra política económica ha mejorado el poder adquisitivo de las familias y ha fortalecido el mercado interno; se han podido hacer negocios lícitos con ganancias razonables; no se ha aumentado el precio de las gasolinas en términos reales, ni el precio diésel ni del gas –no saben cuánto celebro que un cilindro de gas de los que más consumen los pobres, de 20 kilos, cuesta alrededor de ahora 400 pesos, eso no se veía– tampoco en el tiempo que llevamos ha aumentado en término real el precio de la luz ni se han incrementado los impuestos, ni se han creado impuestos nuevos; y algo que es muy valioso, hay justicia y tranquilidad social y se avanza hacia la erradicación de la violencia. Lo vamos a lograr entre todos, ¡me canso, ganso!
En el México de hoy, como nunca había sucedido, hay 21 millones 887 mil 307 trabajadores, empleados inscritos en el Seguro Social que reciben en promedio, como no había sucedido nunca, 16 mil 243 pesos mensuales; hay obreros de la construcción porque echamos a andar la economía, los tecnócratas neoliberales no creían en la importancia de la inversión pública, en fomentar la industria de la construcción para crear empleos, y ahora como hay muchas obras que se están construyendo a lo largo y lo ancho del país por la inversión pública y por la inversión extranjera, ahora hay obreros que hoy están ganando hasta 60 mil pesos al mes, eso está sucediendo; cuando llegamos a la Presidencia, el salario mínimo era de 88 pesos al día, ahora es de 207 pesos y en la frontera es de 312 pesos; es decir, un aumento en términos reales del 89 por ciento, algo que no se veía en los últimos 40 años; somos el tercer país del mundo con menos desempleo; gracias a la reforma laboral entre otros beneficios para los trabajadores, el reparto de utilidades en 2020 fue de 87 mil millones de pesos; en 2021, de 183 mil millones y el año pasado, 2022, de 214 mil millones de pesos.
Luego de la pandemia, nuestra economía ha crecido en más de 3 por ciento anual; el peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo con relación al dólar; está llegando inversión extranjera como nunca; las remesas o el dinero que mandan nuestros paisanos migrantes a sus familias este año superarán los 60 mil millones de dólares, cifra récord que alivia a 12 millones de familias, sobre todo de las comunidades más pobres y marginadas del país.
Por eso, abro un paréntesis para agradecer a nuestros paisanos por su enorme ayuda en los momentos más difíciles de la pandemia; como me decía un migrante con mucho orgullo: “no olvide presidente que nosotros nos fuimos de México, pero México nunca se ha ido de nosotros”.
Durante los primeros tres meses de este año fuimos el principal socio comercial de Estados Unidos; el índice de la Bolsa de Valores ha crecido en 28 por ciento; las reservas del Banco de México suman 203 mil millones de dólares; la deuda pública, a pesar de la crisis mundial por la pandemia y la guerra en Ucrania, prácticamente no ha crecido en relación con el Producto Interno Bruto: la recibimos en el 2018, en 44.9 y hoy está en 45.4, porque sencillamente no hemos contratado créditos adicionales. No se ha endeudado al país.
Agrego que, durante nuestro gobierno y hay que seguir de esa manera, por el manejo responsable de las gobernadoras y gobernadores, y por el ambiente de disciplina financiera que prevalece, la deuda de los estados ha disminuido; en 2018 debían, en promedio, el 71.3 por ciento de sus participaciones federales anuales, al cierre de 2022, sólo adeudaban el 64.4 por ciento; es decir, 9.6 por ciento menos en términos reales.
Según un dicho campesino choco-jarocho que escuché hace muchos años: cuando la milpa se da bien, alcanza hasta para el pájaro; digo esto porque no sólo han mejorado los ingresos de los de abajo: el año pasado los banqueros obtuvieron utilidades por 237 mil millones de pesos, cifra récord en la historia del país.
¿Cuál ha sido la clave para lograr todos estos resultados? Contesto de inmediato y en breve: el no permitir la corrupción. Cuando andábamos en campaña y me pedían: “¿cuál es el proyecto?”, porque era muy exigentes con nosotros, “pero qué van a hacer, cuál el es proyecto, dígalo”, y algunos me decían, “dígalo rápido, usted que ni siquiera habla de corrido, dígalo en lo que tarde parado en un solo pie” y contestaba: el plan nuestro es acabar con la corrupción. En eso fundamentalmente ha consistido el éxito del gobierno de la transformación. A diferencia de antes, ahora no hay privilegios fiscales para las grandes corporaciones económicas y financieras que no pagaban impuestos; ahora se combate el huachicol; no se entrega dinero a manos llenas a líderes de organizaciones sociales o de la llamada sociedad civil; no se otorgan contratos leoninos a traficantes de influencias; la austeridad republicana es una realidad; no se derrocha el presupuesto, que es dinero del pueblo.
En el Poder Ejecutivo no hay sueldos elevadísimos para servidores públicos, como era antes, ya no hay pensiones millonarias a expresidentes, ni servicio médico privado ni cajas de ahorro especial ni viáticos ni turismo político al extranjero; ya desapareció el Estado Mayor Presidencial, los 8 mil elementos del Ejército y la Marina que cuidaban al presidente, ahora están asignados a labores de seguridad pública, al presidente lo cuida el pueblo, lo cuida la gente; ya se vendió, por fin, el ostentoso avión presidencial y nueve aviones más, así como cinco helicópteros de uso supuestamente ejecutivo.
Desde que llegamos al gobierno no hemos comprado ni un vehículo nuevo para funcionarios; en fin, nos apegamos a lo que siempre dijimos: no debe haber gobierno rico con pueblo pobre.