El Correo de las Brujas

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🧙🏻‍♀️La inhumanidad de la defensora de los derechos humanos

¿A dónde vamos a parar? Dijera el poeta michoacano.

La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH), Ana Karen Parra Bonilla, aseguró que las quejas interpuestas por mujeres violentadas por sus parejas que son funcionarios, no debieron ser aceptadas por la anterior administración, toda vez que no fueron violentados sus derechos humanos.

Que no son su jurisdicción. Ah, ok.

Claro, ser golpeadas por sus parejas no es una violación a sus derechos humanos, es nada más un delito.

Luego entonces, con esa sensible vocación de servicio, las desecharon.

Ah, pero claro, la culpa, faltaba más, es de la anterior administración.

Por cierto, cuando venga la siguiente administración, ojalá sí cumpla con las promesas que haga en su primer día al frente del organismo protector de los derechos de los animalitos y, a veces, de los humanos.

🧙🏻‍♀️ Penuria de las víctimas.

Hablando de la revictimización, una de las mujeres que fueron desdeñadas por la insensibilidad de la ombudsperson protestó ahora en la presidencia municipal de Pachuca.

En su búsqueda de justicia, ha tenido que corretear a quienes no han cumplido con su deber como servidores públicos, a su parecer.

Las manifestantes afirmaron que el secretario municipal de la capital hidalguense, Gerardo Reyes Monzalvo, estaría encubriendo de un sujeto que intentó agredir con un arma punzocortante a una trabajadora, cuando éste era funcionario estatal.

Es falso”, clamó el interpelado, y aseguró que hizo las denuncias correspondientes ante el Órgano Interno de Control y que se tomaron las acciones legales que le competían a la dependencia.

La justicia es ciega, muda, sorda, lenta y medio bruta, pero siempre llega.

🧙🏻‍♀️ Y además del desdén, el silencio.

Como si estuviésemos en el siglo pasado, cuando la víctima interrumpió la sesión del Cabildo capitalino, el secretario general ordenó la interrupción de la transmisión en vivo a través de las redes oficiales de la presidencia municipal de Pachuca.

Claro, nadie tiene algún celular con cámara para registrar lo que ocurría ahí, nadie más lo iba a saber.

Más allá del proceso penal que se lleve en este caso, ese extraño placer por ocultar los hechos que ocurren a la vista de todos es una enfermedad de la que tenemos que curarnos como sociedad.

Ese oscurantismo es el padre de la impunidad y es la causa de que las víctimas deban peregrinar a grito abierto por todas las instancias posibles en búsqueda de que alguien les escuche y trate de hacerles justicia.

Si gritar sirve de algo, hay que hacerlo.

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