Editorial. Rapiña por los despojos del PRI.

Editorial. Rapiña por los despojos del PRI.

En Hidalgo, se queda solo el presidente del PRI, Julio Valera Piedras.


El antropólogo y escritor francés Antoine Galland, el primer traductor europeo de Las mil y una noches, se basó, para tan colosal trabajo, en el manuscrito más antiguo de los siglos XIV-XV, en el que no aparecía la “Historia de Aladino”, la cual conocería después a través de un relato oral y la incluirá en su recopilación, en cuya postrer definición destacó como “Carente del moralismo de versiones posteriores, se convierte en una “novela de aprendizaje”, una obra maestra de la literatura de ficción, como la describe el filólogo español Luis Alberto de Cuenca, en el prólogo de la conocida historia.

Sin ninguna pretensión lingüística  ni mucho menos literaria, otro ilustre hacedor de frases célebres, el mexicano y potosino Gonzálo Nepomuceno Santos, definió a la moral, de la cual se carece en los mismos entuertos que unen a estos personajes tan disímbolos, como “un árbol que da moras, y sirve para una chingada”.

Bajo esa ingente premisa se ha conducido el priismo, corriente ideológica y política predominante en México durante la mayor parte de su historia, cuyo resurgimiento, no como partido sino como precaria y procaz forma de conducirse, implica a los priistas a pelear por los despojos del gran palacio que fue una vez lo que hoy, en ruinas, se empeñan en desaparecer.

Baste ver cómo su dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, quien, como el personaje central de la atrevida alegoría aquí presentada, pasó de ser humilde y decente, a un saqueador más, se ha conducido desde que descolló en la política nacional partidista. 

Esta historia de depredación tiene sentido y apreciaciones en Hidalgo, no solo porque, en el binomio que encabeza al partido, una mitad es natural de estas tierras, sino por el gran número de protagonistas del entuerto tricolor. 

Cuando el día de ayer, luego de la chicanada estatutaria que fraguó la dirigencia nacional, encabezada por el propio Moreno Cárdenas y la hidalguense Carolina VIggiano, personajes de la política hidalguense reprocharon de manera pública el proceder falaz y marrullero del CEN priista. 

Miguel Osorio CHong y Nuvia Mayorga, senadores, reciminaron no solo la falta de palabra de Moreno Cárdenas sino su inmoral madruguete con el que validó una trampa más para quedarse más tiempo al frente de la dirigencia nacional.

Sin embargo, no todos los priistas contrarios al grupo de Moreno y Viggiano respondieron con la firmeza que se necesitaba, el grupo de diputados priistas de Hidalgo apenas y asomó, con timidez y franco temor, la cabeza. 

Salvo la diputada Érika Rodríguez Hernández, el resto de la bancada hidalguense brilló por su opacidad. Por su medroso reproche.

El exdiputado Roberto Rico Ruiz, ahora funcionario del poder legislativo estatal, descuida su trabajo, y el principio de imparcialidad que debiera observar, por atender sus derechos partidistas al litigar y vituperar los procedimientos chicaneros del CEN priista.

El PRI en México es un partido que construyó instituciones a lo largo de un siglo, que ha gobernado con probidad y con oprobio, depende de quien detente, y abandere,  la responsabilidad política e ideológica.

Bien lo expuso el dirigente del PRI en Hidalgo, el también diputado Julio Valera Piedras, la corrupción es un tema de personas, no de instituciones. Sí, lamentablemente para su causa, en el PRI se ha permitido que muchas de esas personas lleguen a prominentes escaños de poder.

Aun en eso, el dirigente del PRI hidalguense se está quedando solo. 

El PRI Hidalgo, el comienzo del fin.
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