Editorial Central MX

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¿En manos de quiénes estamos?

Diputadas y diputados de Hidalgo, entre la risa y el llanto.

“El hombre lobo, es el hombre”, declamó, con circunspección y aplomo sin igual, la diputada Tania Valdéz Cuellar.

“Aprobada la despensa”, dijo, con emoción, la diputada Adelfa Zúñiga Fuentes.

“Te crees mucho con tu doctorado”, dijo, con reconcomio, la diputada Sharon Macotela Cisneros.

“Un saludo al mejor presidente de la historia de México, Andrés Manuel López Obrador y al mejor secretario de gobernación, Adán Augusto López”, dijo, con lisonjera pasión, el diputado Octavio Magaña.

“Bienvenidos, presidente Andrés Manuel y canciller Marcelo”, dijo, con electoral lambisconería, el diputado Fortunato González Islas, al saludar a un par de botargas que llevó al Pleno.

Este despliegue de talento fluyó en menos de una semana, en la que integrantes de la LXV Legislatura del Congreso del estado de Hidalgo se enfrascaron en discusiones bizantinas y anecdóticas.

Más allá de la risa, de momentos chuscos o vergonzosos que exhiben su precaria situación intelectual, resulta necesario analizar con cuidado si un alto nivel académico es indispensable para que las y los legisladores cumplan cabalmente con sus funciones.

Representan a un poder del Estado, no es una chamba, es una responsabilidad en la que está de por medio el horizonte jurídico de la entidad y no puede, o no debería, estar en manos de cualquiera.

La permisiva y laxa legislación vigente, facilita que existan ejemplares como Francisco Berganza, quien acude al Congreso cuando le da la gana, para hacer poco y nada.

Permite que sea diputada Sharon Macotela, quien denota nulo compromiso y seriedad con tamaña responsabilidad, que zanja comportándose como niña caprichosa con un juguete de lujo y desplantes soeces, bravucones.

Incapaz de discernir.

Alienta que lleguen a las curules personajes como Fortunato González, quien hace de la lambisconería su herramienta de trabajo.

La disímbola preparación académica y capacidad intelectual que distingue a esta legislatura es una oportunidad de replantear, reflexionar, sobre la imperiosa necesidad de contar con legisladores verdaderamente ilustrados, que hagan del trabajo legislativo un sostén responsable para el bienestar del pueblo, alusión directa a los términos de moda, que han quedado solo en eso, en moda.

El parámetro es sencillo: las participaciones en Tribuna, el contenido y sustento jurídico de cada una de las participaciones de las y los integrantes de la Legislatura indican, sin lugar a la menor duda ni a eufemismos ramplones, quienes tienen capacidad y quienes no.

Es por el bien de Hidalgo.

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