Sí hubo intereses políticos y económicos en contra del Parque Ecológico.
Y era lógico.
Con una convicción tan frontal que pudiese parecer impertinente, Miguel Tello Vargas me aseguró que sí hubo, sin duda, intereses políticos y económicos que trastocaron el proyecto, ambicioso, enorme, prometedor, del Parque Ecológico y de Reciclaje que se pensaba construir en Hidalgo.
Aseguró además que los problemas de carácter político comenzaron cuando la secretaría de gobierno, que encabeza Guillermo Olivares, y la presidenta municipal de Tlaxcoapan, su hermana Teresa, se incorporaron a las reuniones de coordinación e información del proyecto.
También, que poderosos empresarios de la basura –sin decir que es Cuauhtémoc Ochoa- alentaron entre la población el “No” por evidentes razones y conflictos económicos.
Reconoció que se generaron tensiones con regidores y grupos de oposición, lo que provocó confrontaciones directas en diversas reuniones públicas.
¿Oposición, secretario?, aventuré. Esa oposición “moralmente derrotada” y virtualmente inexistente que continúa causándole estragos al gobierno en todos sus órdenes.
Reconoció que existió un serio problema de planeación y de socialización del proyecto y que perdieron la narrativa con los ambientalistas.
No solo perdieron la narrativa, perdieron la confianza, esa que se gana hablando con la verdad y cumpliendo con lo prometido.
Todo lo que Morena repudia se presentó en este proceso: ambición de poder y ambición de dinero.
Una severa señal de alarma política para el futuro cercano.
Y en Tula, mientras, bien, gracias, el infierno ambiental avanza.


