“Justicia Ambiental en Hidalgo”, va de nuevo, bla, bla, bla…
Esa forma de gobernar, cuya base es la saliva en conferencias y plazas públicas y las letras de boletines de prensa, apela al paso del tiempo y a la docilidad política de los gobiernos locales y, por supuesto, del pueblo bueno.
Suponiendo, sin conceder, que el gobierno federal realmente tenga la intención de atender la emergencia ambiental de Tula, lo mínimo que se esperaría es que los plazos establecidos en el decreto presidencial de Restauración Ecológica se cumplieran. No fue así.
No ha sido así.
La declaratoria histórica —histórica por inédita, pero también por inútil y tardía— y el Programa de Restauración Ambiental Integral que debía entregar la SEMARNAT sigue en el limbo e incumpliendo sus propios plazos y metas.
Que la consulta, que los pueblos, que las aportaciones, que bla, bla, bla…
Ahora, apenas hace un par de días, el Gobierno de México anunció un Parque Ecológico y de Reciclaje.
Ubicado en Tula, Tlaxcoapan y Atitalaquia, este proyecto “transformará residuos en nuevas materias primas, en lugar de que terminen en vertederos”.
En una conferencia de prensa y en boletines llenos de burocracia, se informó que el proyecto incluirá plantas de tratamiento, biorefinerías, áreas verdes, de recreación, zonas para la investigación y el desarrollo tecnológico.
Que es “parte de la estrategia nacional de economía circular impulsada por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, un proyecto sin precedentes….”.
Bla, bla, bla…
En la región de Tula, la paciencia es tibetana.


