Suponiendo… sin conceder

Suponiendo… sin conceder

¡Acosan a la presidenta de la República!

Si fue o no real, si fue o no un “montaje” pergeñado por los perversos cerebros de Epigmenio Ibarra o Jesús Ramírez Cuevas para desviar el tema de conversación de las protestas en contra del gobierno, es lo de menos.

Las protestas están, son reales. El acoso también.

El episodio es un ejemplo vivo de lo que padecen siete de cada 10 mujeres en el país: un acoso brutal y asqueroso de hombres criados por un sistema que les hace creer que tienen poder y derecho de meter mano donde les dé la gana y que, además, no habrá consecuencias.

El hombre que “manoseó” a la presidenta Sheinbaum llegó a ella sin ningún problema, como si en lugar de ser la presidenta de la República en los linderos de Palacio Nacional se tratase de una empleada bancaria en el metro o en las millones de microbuses o “combis” en todo el país.

También sin ningún problema se acercó a ella y la ocupó con sus manos sin ningún permiso.

Como le podría ocurrir a cualquier mujer que no lleve escoltas, guardias presidenciales, o un marido o “guarro” cualquiera.

Porque así “pensamos”, si va con un hombre, hay que respetar, si va sola, podemos abusar.

La presidenta Claudia Sheinbaum sale a la calle a darse un baño de pueblo para demostrar que, cómo no, el país (aunque sea en los linderos del zócalo) está en paz.

Un sujeto llega hasta su cuerpo y la manosea.

¿Qué carajos hacen sus escoltas?

Ah, si, el marrano aprovechó “la vulnerabilidad de un evento público” (Omar García Harfuch dixit).

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