La “meserita” y el refugio de la misógina
El gobierno “más feminista de la historia” y el del
“llegamos todas” sostienen su postura en contra de las mujeres.
Contradicen su discurso “feminista” con sus acciones cuando solapan que una bancada respalde a dos patanes misóginos y violentadores como Cuauhtémoc Blanco y Félix Salgado Macedonio con agravios como el “no estás solo”.
El “era una meserita” de un gobernador a su subordinada.
Ninguna consecuencia para esa violencia que cobra institucionalidad para mantener su ataque a las mujeres. A las mujeres del pueblo, no a las poderosas que solapan el “no estás solo”.
El 12% de las mujeres que llegaron a refugios hechos para defenderlas, ya habían buscado apoyo en instituciones gubernamentales… y no lo obtuvieron.
La Red Nacional de Refugios no habla desde el resentimiento ni desde la estridencia: habla desde la realidad. Una realidad donde miles de mujeres que enfrentan violencia quedan suspendidas en ese vacío burocrático que llamamos institucionalidad.
Y ahí es donde llega en la mañanera el “se está atendiendo”.
El manual del discurso oficial tiene ese punto en negritas: repetirlo con serenidad, como si fuera suficiente para tapar la estadística.
Las redes de refugios —esos espacios que de verdad salvan vidas— hacen lo que las instituciones no: abrir la puerta, escuchar, proteger. Lo hacen sin la pompa de los discursos, sin el eco de los salones legislativos, sin boletines de prensa.
La ironía final es elegante en su crudeza: el Estado no protege a las mujeres, las mujeres se protegen del Estado.
Y de sus discursos
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