Super Gunn
El director sugiere que el verdadero enemigo de Supermán no es Luthor, sino las redes sociales.
Por Daniel Zárate Ramírez
El sábado pasado acudí en familia a ver la nueva película de Superman, dirigida por James Gunn, y hubo escenas completamente comunicacionales. Referencias que me dieron elementos para la columna de esta semana.
La mayoría desarrolladas en el último tercio de la película, en una secuencia que pareciera no formar parte de la tramacentral: simios enfurecidos, sentados frente a computadoras, rodeados de pantallas, teclean agresivamente textos de odiohacia “El hombre de Acero”, logrando replicar mensajes y “lograr tendencia”, con “hashtags” y todo.
La escena puede pasar desapercibida para quienes no estar familiarizado con el funcionamiento actual de los entornos digitales, desde la difusión de desinformación, hasta el uso de cuentas automatizadas en campañas veraces.
Aunque no parece una referencia directa, la escena se desarrolla en tiempo real. Refleja un fenómeno vigente, que va más allá del cine: en los espacios donde hoy se forman, y “deforman” opiniones. Donde la inmediatez pesa más que la verdad, y la “viralidad” más que el criterio.
Lo interesante es que el propio Superman (en su alter ego humano, al momento de ser entrevistado por Lois Lane)reflexiona sobre la manipulación digital a gran escala. No solo a través del antagonista de la historia, sino también mediante fragmentos donde la realidad ya no se distorsiona con armas o violencia explícita, sino con cadenas de mensajes de odio, amplificados hasta el hartazgo.
Todo en las redes por supuesto.
Eso nos lleva a suponer que James Gunn sugiere que el verdadero enemigo de Supermán en la película no es Lex Luthor, sino la opinión pública en redes sociales, manipulada por “entes no pensantes” detrás de computadoras.
Hoy se sabe, y hay evidencia sólida al respecto, que campañas enteras pueden construirse a partir de fake news, comentarios programados y contenido viral. Repetido las veces suficientes, para convertirse en una “verdad” artificial.
No es una teoría. Es una práctica común. Y lamentablemente cotidiana.
Y si uno piensa en eso, mientras observa a esos personajesde las historietas en pantalla, resulta difícil no establecer paralelos con ciertos comportamientos digitales que se reproducen de forma automática, sin contexto ni responsabilidad. El efecto es el mismo: construir un clima, crear una percepción, neutralizar un ente pública antes siquiera de que pueda defenderse.
Si le resulta familiar, es porque lo es. No es una escena exclusiva, los Simpson ya habían recurrido a ella, y con éxito.
Lo más probable es que en esas escenas, James Gunn haya anticipado las críticas que vendrían: los ataques por “infantilismo”, “poca seriedad” o “falta de acción” y “debilidad”.
La secuencia de los “simios” no solo funciona como metáfora de las críticas automatizadas que retacan las redes, sino también como un guiño irónico a quienes escribirían exactamente eso.
En otra secuencia, Krypto juega con ellos (con los monos) al final de la película, Gunn no responde con solemnidad, sino con burla: convierte a sus críticos en personajes sin saberlo y, al hacerlo, los desactiva. No solo los representa, los domestica. Y en un gesto final cargado de ironía, los convierte en parte del chiste. Lo que parece un detalle menor es en realidad, una jugada maestra de comunicación política: convertir la oposición predecible en narrativa y además, divertirse con ella.
Una verdadera clase de manejo de crisis mediática, metida en el guion de una película basada en un comic. Vaya maestría la de Gunn: se anticipa y, como comenté, desactiva, una clase de cómo debe hacerse en esos casos, incluso desde antes de que se generen.
Tal vez no sea tarea del cine resolver estos dilemas. Pero sí recordárnoslos.
Porque mientras sigamos creyendo que el ruido equivale a verdad, la verdad tendrá que encontrar nuevas formas de expresión. Incluso si eso implica pasar por “entes” sin nombre, que escriben desde la oscuridad. @DanielZarate70