De los Rojo a los Naranja, convicción amarillenta
Dicen que en política no hay muertos, sólo zombis esperando un nuevo partido.
Ejemplos en Hidalgo, sobran, esos autodenominados “políticos profesionales”, que son en estricto sentido mercenarios sin color, convicciones ni ideología.
Y si alguien lo ha demostrado con maestría tricolor es la dinastía Rojo García de Alba, cuyos integrantes se pasean hoy entre los rumores de una transición cromática del rojo priista al naranja fosforescente de Movimiento Ciudadano.
Sí, esos mismos hermanos que mamaron del sistema priista desde la cuna, que hicieron carrera, fortuna, influencias, amistades poderosas y un largo etcétera gracias a la maquinaria del viejo PRI —ese que aún olía a tinta de buró, compadrazgo y discursos setenteros— ahora coquetean con la idea de ser “nueva política”.
Porque ya saben: todo se vale, mientras huela a futuro… o a fuero, o hueso.
Para quienes han seguido el drama como si fuera una telenovela, recordarán que Gerardo Sosa fue una especie de ahijado incómodo, pero útil, en los últimos tiempos.
Y aunque los Rojo siempre supieron tejer fino, jamás dejaron el bordado con hilo priista.
Diputaciones, delegaciones, cargos públicos, secretarías.
Vaya, que el PRI fue su Uber político de confianza por más de cuatro décadas.
Pero como buen camaleón hidalguense, cuando el PRI empezó a hacer agua, los Rojo no dudaron en buscar flotador.
¿Y qué mejor salvavidas que Movimiento Ciudadano?
Ese partido que promete ser joven, moderno y sin pasado… aunque últimamente más que partido parece un centro de reciclaje de cuadros quemados.
Y eso que hay integrantes que juran, con la mano en el corazón, que están libres de exiliados.
El asunto es casi poético: de Rojo a naranja, como si fuera una paleta de transición política en PowerPoint.
El apellido pesa, sí, pero el oportunismo también flota. Y mientras tanto, en MC se frotan las manos: con la marca Rojo en la boleta podrían captar algún voto nostálgico, algún adepto al apellido, y claro, a algún incauto que aún cree que los “ciudadanos” del Movimiento son realmente ciudadanos y no políticos en su segunda, tercera o quinta vida.
Lo cierto es que los Rojo saben jugar.
No se meten en la alberca sin ver si hay agua. Si llegan al MC, no será por ideología, ni por convicciones renovadas.
Como lo han hecho todos los extricolores.
Será porque huelen oportunidad. Como siempre lo han hecho. Lo irónico es que el partido de “la nueva política” se deja cortejar por los mismos de siempre, con las mismas mañas, pero ahora con fondo de TikTok y slogan millennial.
Y así seguimos: la política hidalguense como ese carrusel donde siempre giran los mismos caballos. Sólo les cambian la pintura.
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